Alejandría y la Iglesia copta

La Iglesia copta de Alejandría ha sido la gran olvidada de la Cristiandad. Sin embargo, el papel central que esta ciudad jugó en la vida cultural del Imperio, así como la mezcla de razas y credos que supuso, es fundamental para comprender la esencia del cristianismo y su difusión. También la cruz de Cristo comenzó a utilizarse en Alejandría. Aún hoy, los coptos representan millones de fieles en el antiguo país de los faraones —copto es la palabra griega para Aígyptos, ‘Egipto’— y han conservado la mayoría de sus instituciones y ritos.

Las termas trajanas de Fordongianus (Cerdeña)

En el año 238 a. C., tras la derrota cartaginesa en la Primera guerra púnica, Cerdeña quedó bajo dominio romano, comenzando un lento y desigual proceso de romanización. En realidad, una vez conquistada, Roma se limitó a enviar contingentes armados bajo el mando de gobernadores que, principalmente, se ocupaban del control del territorio, es decir, de que los naturales del lugar pagaran los impuestos, no se levantaran contra su poder y asumieran determinadas normas como, por ejemplo, el uso del latín (auténtico medio vehicular en la transmisión de la cultura latina) para las actividades administrativas
y otras, en todo caso, de carácter público.

Qrt-Hdst: entre Aníbal y Escipión. De Qart Hadast a Cartago Nova

Las décadas finales del siglo III a. C. representan la caída casi total de la cultura púnica. Si en un primer momento, y gracias a las acciones de Aníbal, parecía que sería la gran potencia que había llegado a ser unos años antes, la acción pronta y heroizada de un joven Escipión —más tarde llamado el Africano— cambiaría el rumbo de la Segunda Guerra Púnica.

La muerte de Sócrates

«Recuerda pagarle al dios Asclepio el gallo que le debemos». Con estas palabras, lo creamos o no, se despidió del mundo Sócrates, el filósofo griego que transformó el pensamiento antiguo y que la influido en la filosofía occidental incluso hasta nuestros días.

Ovidio y el Ars Amatoria: cómo ligar en Roma

Es curioso que nos imaginamos la antigua Roma como un lugar lleno de estatuas blancas, de hombres serios y de generales belicosos, pero, aunque esto también existía en aquella época (salvo las estatuas, que estaban pintadas de vivísimos colores que hoy nos resultarían hasta horteras), lo cierto es que Roma era un lugar lleno de gente de lo más variopinta y los romanos no eran ni tan serios ni tan estirados como podríamos pensar.

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