Amamos tanto a Gloria

Las intérpretes, sus miserias y virtudes, se convirtieron desde los inicios del propio cinematógrafo (e incluso antes, pues las bailarinas de la Belle Époque ya fueron encumbradas por la prensa y por una aún joven fotografía) en el eje vertebral de mitomanías y obsesiones varias. Hoy cultivaremos una de ellas, a mitad de camino entre la fragilidad de los fotogramas, las crudezas de una vida bajo el calor asfixiante del neón y el talento inherente a actuaciones prodigiosas.

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