Antonio Soler (1729-1783): el prerromanticismo español
Cada vez que alguien se enfrenta por primera al estudio de las sonatas para tecla del compositor Antonio Soler (1729-1783), ocurre un fenómeno similar. Es un proceso cognitivo que comienza con un prejuicio referente a un monje del siglo XVIII que pertenecía a una orden religiosa al parecer en el monasterio de El Escorial. Este juicio, de muy escaso valor, viene seguido de un proceso de descubrimiento de elementos musicales, casi pareciera que emocionales, contrarios a esas premisas albergadas anteriormente. Y, finalmente, sucede una explosión de júbilo y admiración cuando se descubre que en realidad se está ante el legado musical de un maestro apasionado y atrevido, feroz en su expresión sentimental, virtuoso del teclado. Y que, además, destila un innegable sabor español a lo largo de sus 159 sonatas para clavecín o el fortepiano (si bien algunas de ellas tenían como destino el órgano, como sabemos por sus indicaciones de registro).