Tras dieciséis años en el exilio, el ayatolá Ruhollah Jomeiní regresaba a Irán el 1 de febrero de 1979 autorizado por un gobierno desesperado que esperaba contener así las protestas que sacudían el país desde hacía más de un año. Centenares de miles de personas fueron a recibir al ayatolá al aeropuerto de Teherán entre vítores, desafiando a las fuerzas de seguridad. Desde allí Jomeiní se dirigió en todoterreno al mayor cementerio de la capital persa, donde aún más gente lo esperaba. La cantidad...
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