Los Sex Pistols, Taylor Swift o Nicki Minaj tienen algunas de las letras más representativas de esto, pero ¿sabías que esta tendencia musical les precede en miles de años? Un nuevo poema escrito en griego, del siglo I o II d. C., descubierto en Cartagena, nos demuestra que ese modus vivendi del haters gonna hate no es nada nuevo.
Si bien los chinos y los sumerios adelantaron por un buen puñado de siglos a los griegos en producción poética (los primeros poemas chinos datan del siglo XI a. C. y los sumerios ¡del XXV!), los poetas de la Grecia antigua siguen gozando hoy de una increíble fama. El más famoso de ellos probablemente sea Homero, el autor (según a quién le preguntemos) de los poemas épicos de la Ilíada y la Odisea en el siglo VIII a. C., o también Safo, la gran autora de la poesía romántica lesbia del siglo VII a. C. Otros menos conocidos son Anacreonte de Teos o Píndaro, dos poetas que influenciaron tanto la literatura que siglos después había estilos que todavía llevaban su nombre. Ellos y otros escribieron poesía épica o poesía lírica, no como la entendemos hoy nosotros, un poema escrito en papel para leer en la comodidad de tu casa con una taza de té en la mano, sino para ser recitados en público con música. La poesía griega no dependía, como la nuestra, de la acentuación, sino de la longitud de las sílabas, con vocales largas y cortas que el castellano actual no tiene. Sin embargo, este poema nuevo es tan parecido a uno actual que a veces cuesta creer que fuera escrito hace dos mil años.
El poema, escrito la pared de la casa de un tal Eurípilo, ciudadano de la Cartagena del alto imperio romano, dice así: «Dicen/ lo que quieren./ Que lo digan,/ me da igual./ Vamos, ámame,/ te sentará bien». Es toda una declaración de intenciones. Tal y como dice Tim Whitmarsh, el descubridor y editor del texto, este poema carece del intimismo y de la dicción tan compleja de la poesía griega anterior; es fresco, divertido y sencillo. Es casi lo que podríamos denominar como ‘cultura pop’ del imperio romano. Es sin duda una forma de demostrar cómo se democratizó la poesía y la música, que en este tiempo ya no eran solo un pasatiempo de la élite, sino también del pueblo llano, igual que ahora nuestra música llega a todas las capas de la sociedad. Para que no pensemos que este es un hallazgo aislado y que Eurípilo era especialmente adelantado a su tiempo, Whitmarsh también señala que en varias tumbas en Hungría se han encontrado unos colgantes que reproducen el mismo texto; como quien ahora se compra una camiseta de su grupo favorito.
El descubrimiento de este texto es una pieza importantísima en nuestro conocimiento de la literatura del mundo antiguo, pero también de cómo se comportaba la gente y de su día a día, puesto que nos muestra que los antiguos griegos y romanos podían ser tan despreocupados como nosotros y que, en el fondo, siempre hemos sido unos rebeldes.