Ovidio es un ejemplo perfecto de ello: uno de los literatos más importantes de Roma, también fue el autor de una curiosísima guía romana para ligar, el Ars Amatoria.
Publio Ovidio Nasón, más conocido simplemente como Ovidio, escribió numerosísimas obras literarias, entre las que seguro que conocemos sus Metamorfosis, un compendio de historias mitológicas como la de Apolo y Dafne, que tan del gusto moderno resultan aunque fueran escritas hace dos mil años. Pero, además de escritos más serios, también salió de su pluma el Ars Amatoria, el Arte de amar, que, como su título indica, es una guía para alcanzar el amor y los pequeños trucos que ayudarán al lector a conseguirlo. Por ejemplo, habla de dónde encontrar a las mujeres y cómo cortejarlas (aparentemente, los lugares ideales eran a la salida de los teatros y odeones, fingiendo saber de qué iba la obra a la que ella había asistido), cómo mantener el amor y cómo evitar que nuestra amada se vaya con otro. Aunque es un poema didáctico, Ovidio escribe de forma amena y muy divertida, incluso para un lector moderno. Cuatro años después de escribir la obra inicial, publicó un anexo, «Consejos para que las mujeres puedan seducir a un varón». Inclusivo, sin duda.
Esto, que a nosotros nos parece divertido e incluso normal, no sentó tan bien en la época. Ovidio vivió y escribió durante el Principado de Augusto, en el que el recién nombrado emperador propugnó una vuelta a los valores tradicionales de Roma, el mos maiorum, y el recato, el pudor y la familia. Una guía para seducir no era lo más indicado para el programa moral de Augusto, y Ovidio quedó en el punto de mira del emperador. Se cree que pudo ser por haber mantenido un idilio ilícito con Julia, la hija de Augusto, que en el año 8 d. C. Ovidio fue exiliado de Roma a Tomis, la actual ciudad de Constanza en Rumanía. Allí, el poeta escribió dos recopilaciones de poemas, Tristia y Pontica, en las que rogaba a Augusto que le permitiera volver a su adorada Roma, pero el emperador nunca cedió y Ovidio murió en Tomis en el año 17.
Como curioso colofón a esta historia, en diciembre de 2017 el Ayuntamiento de Roma votó a favor de perdonar a Ovidio para «deshacer el terrible error que se había cometido con él», dándole la absolución que Augusto nunca le dio. Aunque esto llegue algo más de dos mil años después de su muerte, se dice que nunca es tarde y que errar es de sabios. Seguro que Ovidio, desde el podio de la inmortalidad literaria, lo está celebrando.