Beatriz Galindo (1465-1535) fue lo que hoy sin duda llamaríamos una adelantada a su tiempo. No solo fue dama de compañía de Isabel la Católica, sino que también fue humanista y gramática, la principal lingüista y maestra de latín de la reina. En líneas generales, su vida siguió el esquema tradicional de la época: nació en una familia hidalga algo venida a menos, pero logró casarse bien gracias a su linaje; enviudó pocos años después y pasó sus últimos años dedicada a la vida religiosa, habiendo fundado dos conventos y un hospital. Sin embargo, cuando observamos su biografía más de cerca, podemos ver que fue de todo menos tradicional.
Desde niña, Beatriz mostró una gran inteligencia y una enorme afición por las letras, por lo que sus padres, sabiamente, decidieron educarla en una de las escuelas de la Universidad de Salamanca (la más antigua de España, fundada en 1218). Allí aprendió latín y griego, que a los quince años manejaba con tanta soltura, pudiendo hablarlos, escribirlos, leerlos y declamarlos, que se la comenzó a conocer con el sobrenombre de La Latina. Fue gracias a estas dotes que se salvó de una vida monacal cuando, en 1486, la reina Isabel la Católica la llamó a la corte. Así se describió en la época a Beatriz: «muy grande gramática y honesta y virtuosa doncella hijadalgo; y la Reina Católica, informada d’esto y deseando aprender la lengua latina, envío por ella y enseñó a la Reina latín, y fue ella tal persona que ninguna mujer le fue tan acepta de cuantas Su Alteza tuvo para sí».
Beatriz Galindo no dejó tras de sí ningún manuscrito ni parte de su obra que hoy podamos estudiar, como hicieron contemporáneas igual de doctas como Isabel de Villena, Luisa de Medrano o Christine Pisan, pero su legado y su memoria sí que han pervivido. Sabemos que escribió poesía en latín y en castellano y que produjo un comentario sobre la obra de Aristóteles, pero poco más. Aun así, la existencia de una mujer tan educada en una sociedad que trataba de evitarlo, y que lograra alcanzar los escalafones sociales más altos a los que se podía aspirar desde entonces son muestras de lo increíble que debió ser Beatriz Galindo y de las razones por las que uno de los barrios más ilustres de Madrid lleva su nombre.
La universidad de Salamanca no es la más antigua de Europa ni de lejos: hay unas cuanta más antiguas como la de Paris, Oxford y una cuantas de Italia