Y es que Mesopotamia, en el actual territorio de Iraq, tiene una historia antigua riquísima. Por ejemplo, ¿sabíais que la primera escritora de la historia, que firmó su obra con su nombre, fue una princesa acadia llamada Enheduanna?
La civilización sumeria es la más antigua de la que tenemos noticia en Mesopotamia. Se desarrolló en torno al cuarto milenio a. C. en torno a las ciudades de Ur y Uruk, y los primeros textos que conservamos son tablillas sumerias de contabilidad – en efecto, la escritura se creó para poner por escrito cuándo bueyes tenías y que la Hacienda de la época no te crujiera. Pero entre el 2334 y el 2279 a. C. surgió la figura de Sargón de Acad, un rey de orígenes semilegendarios que conquistó todo el territorio de la antigua Sumer y fundó el Imperio acadio, con capital en la ciudad de Acad (probablemente cerca de la actual Bagdad). Entre otras muchas cosas, Sargón expandió el uso del acadio, un nuevo idioma que adoptó el alfabeto cuneiforme sumerio, aunque, puesto que el sumerio es un idioma semítico y el acadio es indoeuropeo, no fue una misión fácil (sería como si tratáramos de escribir el castellano con escritura árabe – no sería imposible, pero desde luego nada sencillo).
Sargón se casó con Tashlultum y tuvo cinco descendientes: cuatro hijos y una hija. Aunque sus hijos lo sucedieron en el trono del Imperio acadio, es su hija quien ha pasado a la historia como la acadia más destacable de su tiempo, solo por detrás de su padre. Enheduanna fue la Suma Sacerdotista de la diosa Inanna (diosa del amor y de la guerra) y del dios de la luna Sîn, lo que probablemente le permitió acceder a una educación completa y a aprender a leer y escribir. Sargón posiblemente la nombró Suma Sacerdotisa de Inanna porque uno de los templos principales de esta diosa se encontraba en la ciudad sumeria de Ur, al sur del Imperio acadio, y enviando a su hija allí Sargón se aseguraba un vínculo y una vigilancia estrechas sobre los antiguos territorios sumerios. Esto también dice mucho de la inteligencia y el talante de Enheduanna – debía ser una mujer muy destacable.

Entre sus escritos se cuentan los llamados Himnos templarios sumerios (el sumerio todavía se usaba como lengua de cultura) y varios cantos a Inanna, su patrona. También escribió un poema sobre un período de inestabilidad que hubo a la muerte de Sargón, durante el reinado de su hermano Rimush, en el que Enheduanna fue expulsada de Ur, aunque más tarde regresó. Copias de periodos posteriores atestiguan la supervivencia de los textos de Enheduanna cientos de años tras su muerte – y no debía ser la única escritora de su época: sabemos también que ciertas mujeres nobles y princesas también escribieron composiciones poéticas, aunque ninguna ha tenido tanta relevancia como Enheduanna.

Enheduanna fue sin duda una adelantada a su tiempo y una de las personalidades más fascinantes del mundo antiguo. Ella misma debía de ser consciente de ello, pues no en vano escribió al comienzo de sus himnos: «Mi rey, he creado algo que nadie ha creado antes».
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