Los hermanos Barca: constructores de la Iberia cartaginesa

La historia del Mediterráneo está conectada por muchísimos más hilos de los que pensamos. Los fenicios, civilización oriunda del Levante mediterráneo, fundaron numerosas colonias en África, la principal de ellas Cartago.

Esta, que nada tuvo que envidiarle a su metrópolis, se expandió a su vez por el Mediterráneo y se convirtió en una potencia capaz de hacer sombra a la mismísima Roma. La actividad fundadora de Cartago tampoco se quedó atrás y en la península ibérica conservamos diversas ciudades de origen cartaginés. En este proceso fue clave una familia muy concreta: los Barca.

Amílcar Barca fue, además de un destacado líder y general cartaginés y patriarca de la familia Barca, el padre de Aníbal, Asdrúbal y Magón Barca; los tres hermanos tuvieron un gran protagonismo en la expansión cartaginesa por la península ibérica y el mayor en particular puso en jaque a la Roma republicana, convirtiéndose en el más acérrimo rival de Escipión el Africano durante la Segunda guerra púnica. Amílcar fue el general de las tropas cartaginesas durante la Primera guerra púnica en Sicilia, pero, tras ser derrotado por Roma, se retiró a África, y en el 237 a. C. dirigió la expedición púnica a Iberia junto a sus tres hijos. Aunque moriría en el 228 a. C. durante la batalla de Ilice (posiblemente en algún lugar en el norte de la actual Murcia) contra una coalición de oretanos, contestanos, vetones y olcades, la huella que dejó en la expansión cartaginesa por el Mediterráneo fue indeleble.

Retrato de Amílcar Barca en una edición de 1708 de las biografías de Cornelio Nepote. Fuente: Wikimedia Commons. 

Asdrúbal y Magón ayudaron a su padre y a su hermano en su expansión por la península ibérica, pero no han compartido su fama. De hecho, quien acapararía el renombre para la posteridad fue otro Asdrúbal, apodado el Bello, yerno de Amílcar, que tomó el poder de los cartagineses en Iberia a la muerte de este y que, en el 227 a. C., fundó la ciudad de Qart Hadash, la actual Cartago, estableciendo así la que se convertiría en la capital cartaginesa de Europa. Al contrario que su predecesor, Asdrúbal siempre optó por la diplomacia antes que por las armas, por lo que, cuando Ampurias y Sagunto pidieron ayuda a Roma ante la expansión púnica por la península, este firmó el Tratado del Ebro, que establecía en este río la frontera entre ambas potencias. Su sucesor, Aníbal, no sería de la misma opinión.

Aníbal Barca, uno de los mayores enemigos de la Roma republicana, admirado y odiado a partes iguales por sus rivales, fue clave en la transformación de la ciudad itálica en una potencia mediterránea; muchas de sus tácticas militares, como la de la formación en pinza empleada en Cannas, fueron adoptadas por los romanos con enorme éxito. Aunque logró poner en jaque a la República y libró numerosas batallas tanto en suelo íbero como itálico, llegando a las puertas de Roma, Aníbal fue finalmente derrotado en la batalla de Zama en el 202 a. C.

Busto de mármol de Aníbal Barca. Fuente: Wikimedia Commons.

La figura de los Barca resultó clave en la relación de Roma con el resto del Mediterráneo durante la República, llevando a la consolidación de Roma como potencia y a una enemistad que traspasó fronteras y fechas. Cartago todavía es recordada por la lapidaria frase con la que Catón el Viejo acababa todos sus discursos durante el final de las Guerras Púnicas: Delenda est Carthago! Cartago debe ser destruida!

Reconstrucción de la Cartagena romana. Fuente: VirTimePlace.
El teatro romano de Cartagena en la actualidad. Fuente: Región de Murcia Digital.
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