Y no fue un personaje de su invención ni mucho menos: fue un rey inglés de carne y hueso, el último de la casa de York y Plantagenet, infame por su crueldad y sangre fría y por su horrenda figura – se nos cuenta que su cuerpo era deforme y que no podía mantenerse erguido. Ricardo cometió numerosas atrocidades en su reinado, pero la más terrible de ellas fue sin duda la de los príncipes de la Torre de Londres.
Ricardo III reinó en Inglaterra entre 1483 y 1485, un período demasiado corto para todo lo que había que tenido que sacrificar hasta llegar al trono. El hijo más joven del duque Ricardo de York, Ricardo estaba muy lejos en la línea sucesoria cuando su hermano, Eduardo IV, se impuso a los Lancaster por el trono inglés, pero, según nos cuenta el bardo inglés, Ricardo no tuvo problemas en quitarse de en medio a su hermano Jorge, duque de Clarence, acusándolo de participar en una conspiración contra el rey, y posiblemente incluso causando la muerte del propio Eduardo IV, que falleció en 1483 víctima de una enfermedad desconocida (se rumorea que pudo ser veneno, una neumonía o una apoplejía).
La muerte de Eduardo y de Jorge, sin embargo, no dejaba el camino despejado para Ricardo. Eduardo había tenido dos hijos con su esposa, Elizabeth Woodville, y ahora el mayor de esos niños, Eduardo V, era el legítimo heredero al trono. ¿El problema? Que tan solo tenía doce años. Fue proclamado rey el 9 de abril de 1483, pero al ser menor de edad el gobierno se encargó a un consejo de regencia presidido por Ricardo, que, con el pretexto que querer proteger a Eduardo y a su hermano Ricardo, de nueve años, los encerró en la Torre de Londres (que, por aquel entonces, era uno de los castillos de los reyes ingleses – no se usaría totalmente como prisión hasta la época de los Tudor).

Una vez que los niños estuvieron enteramente bajo su control, Ricardo comenzó una campaña de difamación contra ellos, logrando que el Parlamento aceptara su versión de que ambos eran hijos bastardos porque su padre, Eduardo IV, había estado casado antes de su matrimonio con Elizabeth Woodville y, por lo tanto, habría incurrido en bigamia. Retirado Eduardo V del trono, Ricardo III fue proclamado rey de Inglaterra el 26 de junio de 1483. Nadie volvió a ver nunca a los niños, ni siquiera su madre, a la que no se le permitió la entrada a la Torre. En 1674, unos trabajadores de la Torre hallaron dos esqueletos de pequeño tamaño enterrados bajo una escalera. Si son o no los restos de los llamados Príncipes de la Torre no está claro, pero lo que sí es seguro es que ninguno de los dos hermanos volvió a dar señales de vida.El éxito le duró poco a Ricardo III, puesto que ese mismo año Enrique Tudor se rebeló contra la tiranía del rey y este murió luchando en la batalla de los Campos de Bosworth, y su cuerpo quedó enterrado en un lugar desconocido hasta que se volvió a descubrir en 2012 en Leicester. Además de la obra de Shakespeare, la fama de Ricardo III y de su vil ejecución de los dos Príncipes de la Torre permanecerá para siempre en la memoria popular.
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