No fue hasta 1946, con la Declaración de Humanidad del emperador Hirohito, que se reconoció que el emperador de Japón no era, de hecho, un dios. En el afán japonés por preservar a toda costa su carácter autóctono, han arrinconado y desterrado al olvido a la población nativa del norte de Japón: los ainu.
Los ainu son un grupo étnico de Hokkaidô, la isla más septentrional de Japón, aunque también se extienden por las islas Kuriles y la mitad sur de la isla de Sajalín (a estos ainu se los denomina ainu rusos y tienen una cultura diferenciada de la de los ainu japoneses). Los ainu llegaron a las islas japonesas durante la prehistoria, expandiéndose por Hokkaidô y el norte de Honshû, y durante miles de años desarrollaron una cultura material y lingüística totalmente distinta a la de Japón; no fue hasta el siglo IX que parte del territorio ainu fue conquistado por japoneses (los Yamato, la etnia mayoritaria de Japón), conquista que se consolidó en el siglo XIII. La economía ainu se sustentaba fuertemente en la caza y desarrollaron una compleja religión animista basada en la adoración de los espíritus de la naturaleza, los kamui. Durante el periodo Edo (1601-1868), al producirse un aislamiento casi total de Japón, se intensificaron los contactos comerciales entre las islas japonesas y los ainu de Hokkaidô, que tuvieron una parte positiva de integración entre las dos etnias, pero también alimentaron los conflictos y la mortalidad ainu, puesto que estos estuvieron expuestos a muchas enfermedades no originarias de Hokkaidô que mermaron la población nativa.
El punto de inflexión para el declive de los ainu llegó con la Revolución Meiji (1868) y la modernización de Japón, mediante la cual el nuevo Gobierno quiso que estos nativos se asimilaran totalmente a la población japonesa, arrebatándoles derechos, tierras y su propia identidad cultural: se fomentaron los matrimonios mixtos hasta el punto de que muchos japoneses que en la actualidad descienden de ainu no lo saben. En 1899 se les retiró el reconocimiento de etnia indígena y se los consideró simplemente ‘japoneses’.

A día de hoy, los ainu tienen una población de apenas 25 000 individuos, un declive causado por la total integración de los ainu en la cultura japonesa, que ha hecho que muchos de ellos pierdan sus raíces y su identidad nativa, pero el 2019 el Gobierno japonés por fin los reconoció como un pueblo indígena de las islas japonesas y aprobó varias leyes para proteger su cultura y sus derechos como parte del acervo cultural japonés. La apertura de un Museo Nacional Ainu en Hokkaidô en 2020 ha sido el último paso en el reconocimiento de una etnia hasta ahora ignorada y oprimida y que, por suerte para todos, por fin está obteniendo el respeto que merece.

Bibliografía
Pérez Riobó, A. y San Emeterio Cabañes, G. (2020), Japón en su historia, Gijón, Satori.
Siddle, R. (1996), Race, Resistance and the Ainu of Japan, Routledge.
Vives, J. (2017), Arquitectura tradicional de Japón, Satori Ediciones.