Los bronces de Benín, como los mármoles del Partenón, son un símbolo del expolio colonizador de las potencias europeas en los siglos XIX y XX, pero tendemos a conocer poco sobre el reino de Benín. ¿Quiénes fueron los creadores de esos maravillosos bronces?
El reino de Benín, o imperio Edo, se desarrolló en un territorio no demasiado extenso del sur de la actual Nigeria entre 1180 y 1867, y ha sido considerado uno de los Estados africanos más avanzados y desarrollados de su tiempo. Su capital era Ubinu (ahora Ciudad de Benín), aunque la ciudad más sagrada según la mitología yoruba era Ife, el lugar de la creación del mundo. El sistema de gobierno de Benín era una monarquía absoluta hereditaria, aunque el poder del rey, llamado oba, dependía del apoyo de los círculos aristocráticos (uzama) y de las sociedades religiosas que se agrupaban en Ubinu. En 1484 llegaron a las costas nigerianas los primeros comerciantes portugueses, comenzando así un periodo de comercio constante con Europa en el que Benín se convirtió en un importante exportador de marfil, pimienta, aceite de palma y, paradójicamente, esclavos. El declive económico del reino ocurrió a raíz de la expansión del comercio de esclavos por otras naciones africanas, cuyos precios eran más competitivos que los de Benín, y de la influencia británica, que en 1807 decidió prohibir el comercio de esclavos, perjudicando seriamente a muchos países africanos que se lucraban con ello. Tras muchos esfuerzos por defender su soberanía, en 1897 Reino Unido anexionó el reino de Benín tras tomar su capital y llevarse todos los tesoros del palacio real.
Los bronces de Benín son una colección de más de mil piezas que se encontraba en el palacio real de Benín. Tienen un estilo muy realista y naturalista, más que otros ejemplos de arte africano, y representan escenas de la vida cotidiana o de gestas militares en honor al oba. Para hacerlas empleaban la técnica de la cera perdida, con una habilidad tan fina que las tallas finales no tienen parangón dentro del arte africano.

La discusión sobre la repatriación de los bronces de Benín parece no tener fin, aunque la iniciativa alemana puede ser el primer paso para solucionar este conflicto cultural y, quizás, animar a la devolución de otros objetos de arte expoliados, pero, de momento, podemos recordar al reino de Benín tan y como fue en su momento de apogeo.