Por mucho que la película de Troya quiera hacernos querer lo contrario, los griegos no luchaban con espadas, sino con unas lanzas cortas llamadas dory; la espada era un último recurso. Estas dory medían entre 2 y 3 metros y servían para luchar en la falange hoplítica, en combinación con el escudo, el hoplon, que cubría la mayor parte del cuerpo del hoplita. La falange macedonia y la sarisa revolucionaron este concepto. Filipo II, tradicionalmente considerado como el autor de esta revolución militar, alargó la lanza hasta los 6 metros (en momentos posteriores llegaría a medir ¡7 m!). Esto conllevó un aumento de peso y, por lo tanto, una reducción en el tamaño del escudo (pelte). La nueva falange macedonia debía funcionar como un reloj: la menor fisura en las filas dejaría a los soldados totalmente indefensos, puesto que el tamaño de la sarisa impediría que pudieran reaccionar con soltura o pelear cuerpo a cuerpo.
De esta manera, iniciando una nueva política militar impulsada por este nuevo armamento, Filipo profesionalizó el ejército macedonio: ya no estaría formado, como en la Grecia continental, de campesinos que tomaban las armas en tiempos de necesidad, si es que podían costeárselo; en Macedonia los soldados recibían un salario y el rey les financiaba el armamento, de modo que podían dedicarse a entrenar sin preocuparse por su sustento. Esto dio pie a un ejército imparable, que atacaba de forma milimétrica y al que era imposible alcanzar gracias al muro de puntas de lanza que creaban las sucesivas filas de falangitas con sarisas.
El ejército macedonio de Filipo y Alejandro barrió Grecia en la batalla de Queronea (338 a. C.) y más tarde en Asia, en las batallas de Issos (333 a. C.) y Gaugamela (331 a. C.). La sarisa se mantuvo como la reina y señora de la guerra helenística durante casi dos siglos, hasta la irrupción de Roma en Oriente, cuando tanto esta lanza como el ejército macedonio serían derrotados en la batalla de Cinoscéfalas en el 197 a. C., pero el legado de Alejandro y de su imparable ejército habían alcanzado para entonces una fama imperecedera.

Bibliografía
Connolly, P. (2019), La guerra en Grecia y Roma, Desperta Ferro Ediciones.
Quesada Sanz, F. (2008), Armas de Grecia y Roma, La esfera de los libros.
Sekunda, N. V. (2014), “La reforma de la infantería en el s.IV a.C.: de Ifícrates a la falange macedonia”, Desperta Ferro nº. 21, pp. 12-18.
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