La serie consta de 9 capítulos que responden a un recorrido histórico centrado en la Europa de los años 30 y 40 del siglo XX, protagonizados por la actriz Irene Escolar, Amelia en la ficción, que despliega una gran actuación —sumamente creíble— a lo largo de todos los capítulos.
Se inicia en la España de 1934, con el trasfondo de un mitin de Azaña en febrero de ese mismo año, cuando la II República era gobernada por el radical Lerroux con el apoyo parlamentario de la CEDA (Confederación de las Derechas Autónomas) de Gil Robles, de orientación confesional católica.

La joven protagonista, Amelia, vive en el seno de una familia republicana bien posicionada económicamente, aunque acabará simpatizando con posturas políticas más a la izquierda al entrar en contacto con el ambiente obrerista de las Casas del Pueblo, donde va a compartir el júbilo que provoca la victoria de las candidaturas del Frente Popular en febrero de 1936, junto a militantes comunistas.
Los avatares de la vida —el amor y las ganas de participar en los acontecimientos políticos que se suceden— llevarán a nuestra protagonista a Buenos Aires, desde donde va a conocer el estallido, en julio de 1936, de la Guerra Civil en España.
Desde allí regresará a Europa, pero su destino le llevará a la Unión Soviética, sumida en el terror estalinista de los años 30 (enero de 1938). El ambiente de miedo, dominado por las detenciones, la presencia de la policía política (NKVD) que actúa desde el cuartel general de la Lubianka, las torturas y la brutalidad de la represión van a estar muy presentes en esta etapa.

En un momento dado, aparecerá el recuerdo de Zinóviev y Kámenev, que habían sido acusados del asesinato de Kírov en 1934, lo que les llevaría a ser ejecutados tras los juicios farsa celebrados en esos años en Moscú.
Gracias a la intervención de amigos extranjeros que han participado en un Congreso Internacional de Intelectuales, Amelia logra salir de la URSS y llegar a París en marzo de 1939.
Desde París regresará a Madrid en abril de 1939, recién terminada la Guerra Civil. Es el momento de la represión, los penales franquistas, las penas de muerte dictadas por los tribunales militares, el calvario de los familiares para solicitar los indultos, los fusilamientos.

Poco después recalará en Berlín en 1939 por circunstancias que no vamos a desentrañar al lector. Es el momento del envalentonamiento creciente de Hitler ante la timorata política de apaciguamiento impulsada por el premier británico, Chamberlain, y su ministro de Asuntos Exteriores, Halifax, pensando que así van a lograr frenar el expansionismo alemán.
En Berlín se celebran reuniones clandestinas de opositores a las que no son invitados los comunistas y ya se habla del posible Pacto de «no agresión» germano-soviético. Difícil situación la que conocen los comunistas alemanes, perseguidos por Hitler a la vez que ven cómo la URSS se aproxima a pasos agigantados al gobierno nazi que les reprime.
Nuestra protagonista llega a Varsovia (Polonia) en mayo de 1941, poco antes de que Hitler inicie la invasión de la URSS (junio de 1941). Ahí podemos conocer la difícil situación que se vivía en el gueto de Varsovia, cercado, sin medicinas, sin atención médica. Y el compromiso de sectores de la población polaca para establecer redes de apoyo clandestinas, cuyos integrantes, en caso de ser descubiertos, serían castigados sin piedad por los ocupantes alemanes.

En marzo de 1942 Amelia es acogida por unos amigos en Italia, bajo el régimen de Mussolini, pero donde ya la policía política alemana (tanto las SS, como la Gestapo) campa a sus anchas para combatir a la resistencia que se comienza a organizar. Hay un momento muy emotivo cuando en apoyo a los represaliados por el nazi-fascismo, la población entona la histórica pieza de la ópera Nabucco del compositor Verdi titulada Coro de los esclavos hebreos, símbolo de la resistencia contra la dominación austriaca en el siglo XIX
El último escenario de la II Guerra Mundial donde estará presente nuestra protagonista será Atenas (Grecia) en 1944, con la lucha de la resistencia partisana, que recibirá apoyo de sectores de la Iglesia Ortodoxa contra los ocupantes alemanes. Es un momento en el que Alemania ya se bate en retroceso tras las derrotas sufridas en la Unión Soviética durante 1943 (Stalingrado y Kursk) y en el norte de África (El Alamein y Túnez).
El último capítulo nos sitúa a la protagonista en Berlín Oriental en 1961, el año en que dio comienzo la construcción del muro. El ambiente represivo que se vive con la policía política de la desaparecida RDA, la Stasi, puede llevar al espectador a pensar que, en sus formas de actuación, sería como una especie de fusión entre la Gestapo alemana y la NKVD de época estalinista soviética. Hay películas que nos han ilustrado con gran claridad sobre los métodos de la Stasi o/y sus vínculos con antiguos personajes del régimen nazi (La sombra del pasado, 2018 o en La vida de los otros, 2006).

Antes de regresar a nuestro país, enlazando con el inicio de la serie, asistiremos al momento en el que se produce la caída del muro de Berlín en octubre de 1989 tras 28 años, dos meses y 26 días de existencia.
Estamos por tanto ante una serie televisiva que, aunque se desarrolle en el terreno de la ficción, permite hacerse una idea bastante interesante sobre algunos de los acontecimientos más relevantes que sacudieron a Europa durante los años 30 y 40: II República Española, estalinismo en la URSS, posguerra española y régimen franquista, II Guerra Mundial, represión contra los judíos y colaboradores polacos del gueto de Varsovia, resistencia partisana italiana y griega contra el nazi-fascismo, etc. Todo ello contado a través de la interpretación de magníficos actores como Irene Escolar (Amelia), Oriol Pla (Pierre), Pierre Kiwitt (Max), Will Keen (Albert) y otros muchos más, con unos vestuarios y unos decorados muy logrados que ambientan perfectamente la época.