Emma Southon: «Es muy difícil escribir sobre las mujeres romanas porque el único acceso que tenemos es lo que los hombres escribieron sobre ellas»

Entrevistamos a Emma Southon, una de las historiadoras británicas más prometedoras. Excelente divulgadora y un verdadero ejemplo de cómo combinar un buen trabajo con un lenguaje accesible a todo tipo de públicos. Southon demuestra que la historia no sólo es interesante, sino que es divertida. Y lo es más si ella nos la cuenta.

Nacida en 1983, en Lancing, un pequeño pueblo de la costa sur de Inglaterra, Emma Southon se sitúa en la actualidad como una de las autoras de referencia para la divulgación histórica de calidad. Y así la consideramos por tres razones: la frescura que aporta en el panorama editorial con su forma de escribir, su capacidad analítica y la profundidad con la que aborda los temas y la enorme proyección que tiene debido a su juventud.

Southon se ha ganado un lugar en el mundo de la divulgación británica, donde sabemos que este género tiene una gran tradición y un público muy amplio. Cuando decimos que su forma de escribir es fresca, no lo hacemos como un cliché. Invitamos a nuestros lectores a acercarse a alguna de sus obras publicadas en castellano para descubrirlo. Pero, como adelanto, podremos decir que Southon es tan cercana en sus textos y honesta que es capaz de reconocer que las discusiones sobre las reformas agrarias de Roma son algo «infumable», y se disculpa con el lector por tener que hacerlo, porque en realidad es importante para comprender por qué los asesinatos fueron relevantes entre la política romana.

Además de una sobresaliente divulgadora, también es investigadora. Se doctoró en Historia Antigua por la Universidad de Birmingham. Sus principales intereses académicos son la historia cultural y social y el género, la familia y el poder en el mundo romano.

Actualmente es gerente de una librería en Belfast (capital de Irlanda del Norte) porque, según palabras de esta misma entrevista, «no estaba dispuesta a soportar la dura presión de los contratos a corto plazo y la falta de estabilidad» de la carrera académica. Además de sus libros, también es coautora del podcast History is Sexy, en el que demuestra su pasión por la historia y expone su forma de verla.

Hemos conversado con Southon sobre cómo llegó a decidirse por la Historia como camino académico, sobre la divulgación de esta disciplina en general (y algunos de sus riesgos) y nos hemos adentrado en su trabajo. En concreto, hablamos sobre las mujeres en Roma y cómo los romanos veían la muerte.

Álvaro López Franco y Pedro Huertas Sánchez—¿Por qué decidiste estudiar Historia? ¿Fue la Historia Antigua su elección desde una etapa temprana o tenía otros intereses antes de decidirse a trabajar en este período?

Emma Southon—Mi llegada a la Historia Antigua se produjo de una manera accidental. Me fue bien en la asignatura de Historia en secundaria, pero me pareció que la Historia Moderna estaba demasiado enfocada en las guerras y tratados, así que a los 16 años pensé en escoger algo diferente para el A-Level [serie de exámenes que se realiza en el Reino Unido a los 18 años y que, entre otras cosas, da acceso a la Universidad]. Una universidad local ofrecía Historia Antigua, e incluía viajes a Italia y Grecia, así que la elegí al instante y me enamoré de los romanos. Intenté dejarlo unas cuantas veces, ¡pero nunca lo logré!

ÁL y PH—¿Era consciente desde los primeros momentos de su carrera académica que quería dedicarse tanto a la investigación como a la divulgación histórica?

ES—Al principio quería ser investigadora universitaria y profesora en una carrera académica tradicional, pero cuando terminé mi doctorado me di cuenta de que no estaba dispuesta a soportar la dura presión de los contratos a corto plazo y la falta de estabilidad, así que conseguí un trabajo diferente y seguí escribiendo sobre mi investigación en mi tiempo libre. Finalmente encontré que escribir para un público general era más divertido.

Emma Southon.

ÁL y PH—En el ámbito del Reino Unido y los Estados Unidos, la barrera entre el mundo académico y el público parece haber sido superada durante años por el puente que crea la divulgación. Sin embargo, nos gustaría saber su punto de vista sobre este asunto y si cree que todavía exista la famosa «torre de marfil».

ES—No creo que la torre de marfil exista ya de la misma manera que antes de los años 60. Todos los académicos que conozco en los Estados Unidos y el Reino Unido están, en todo caso, desesperados por hacer llegar su investigación a lectores no académicos y compartir su trabajo con una audiencia lo más amplia posible. Con ese fin, las redes sociales han sido una plataforma asombrosa para romper las barreras tradicionales de acceso y oscuridad y llevar la investigación que languidecería en las revistas académicas y detrás de los muros de pago a un espacio público donde puede ser disfrutada y discutida por personas dentro y fuera de la academia. Me encanta Twitter como plataforma para esto, y he ganado acceso a la investigación que de otra manera nunca habría podido porque no me suscribo a sus revistas o voy a sus conferencias, ambas cosas son caras y exclusivas por definición. Por ejemplo, en mi actual libro Sangre en el Foro, muchas de mis ideas sobre la esclavitud y sobre cómo escribir sobre la esclavitud fueron realmente influidas por académicos e investigadores que he conocido en los medios de comunicación social que trabajan sobre la esclavitud transatlántica y sus continuos impactos, que nunca habría conocido sin las redes sociales. También me encanta ver a la gente compartiendo las pequeñas alegrías que encuentran en su proceso de investigación y que tal vez nunca se conviertan en una pieza publicada, y creo que ese tipo de cosas realmente resalta lo positivo de la investigación académica.

Hay, por supuesto, desventajas. La necesidad de apelar a los scrollers y a las grandes audiencias significa que se priorizan las narraciones simples, y a menudo una mentira tiene cien mil retuits antes de que la verdad se ponga los zapatos. Pero como regla general creo que ha sido una herramienta realmente valiosa para difundir y compartir ideas e investigaciones.

ÁL y PH—Por otro lado, la Historia se vuelve extremadamente popular a través de la ficción (literaria o cinematográfica). ¿Ve algún riesgo en esto o es positivo para la disciplina?

ES—Hay pros y contras de la ficción histórica en todas sus formas. El principal inconveniente es que se siente real, de modo que los lectores/espectadores pueden ser arrastrados a creer en la narrativa por encima de la complicada realidad de la historia. Pero la ventaja, que creo que lo hace positivo, es que la ficción abre espacios que no están realmente disponibles en la historia académica. Puede hacer que un mundo se sienta real y explorar relatos y voces que se han perdido en la historia. Muchas más personas se involucran con la historia a través de la ficción que a través de la historia académica y, en ese sentido, la ficción histórica es historia para mucha gente porque es divertida y agradable.

ÁL y PH—Hay algo que destaca en su escritura, y es el uso de un lenguaje coloquial, muy directo y accesible a todo tipo de público. ¿Fue algo intencionado o sólo la forma en que naturalmente se planteó trabajar?

ES—Una cosa muy importante para mí es hacer que la parte más árida de la historia (el análisis de la fuente y su interpretación y los aspectos teóricos) sea tan divertida y agradable como la ficción histórica. Además, me encanta la historia y la encuentro divertida y entretenida de leer y hacer, y quiero que otras personas tengan esa experiencia también. Así que me esfuerzo por compartir ese amor y disfrute. A menudo los libros de historia son ‘divertidos’ a expensas de la historia (ofrecen anécdotas sin análisis) o ‘historia’ a expensas de la diversión. Yo trato de encontrar un punto medio y escribir los libros que quiero leer: que me desafíen, que tal vez me hagan pensar de manera diferente sobre el mundo, pero también me hagan reír.

Portada de Sangre en el Foro.

ÁL y PH—En sus libros siempre da gran importancia a reflejar las fuentes primarias con las que trabaja y ha expresado en varias ocasiones la dificultad para conocer exactamente hechos distantes en el pasado. ¿Qué puede decir a nuestros lectores sobre las fuentes clásicas para darles una idea de lo difícil que es para los investigadores recrear hechos tan alejados en tiempo?

ES—La principal dificultad con las fuentes primarias del mundo romano es que son escasas, y, de las que tenemos, muy pocas están completas. Tenemos algunos períodos, como la república romana tardía, que tienen múltiples fuentes que están bien conservadas en diversos manuscritos porque han sido idealizadas en la historia europea, pero para la gran mayoría de la historia romana tenemos fragmentos y algunos ecos. Tácito es una fuente enormemente importante para los Julio-Claudios, pero faltan grandes trozos de sus Anales porque sólo sobreviven en dos manuscritos, ¡y consideramos que es una conservación bastante buena! Muchos historiadores que fueron famosos en época romana se han perdido para siempre. Así que los historiadores dedicados a Roma siempre sienten que estamos tratando de ver todo un universo con un ojo cerrado. Sabemos que no podemos ver o acceder a buena parte de lo que pasó.

ÁL y PH—Su último libro publicado en español es Sangre en el Foro, en el que habla del crimen en la antigua Roma. ¿Cuál fue el valor subjetivo de terminar con la vida de otra persona en Roma?

ES—A nivel personal, la muerte de un individuo impactaba a las personas que lo amaban tanto como en cualquier otro momento histórico. Los epitafios y obituarios que tenemos de la gente que fue asesinada son tan desgarradores y llenos de dolor y rabia como se puede suponer.

Sin embargo, a nivel social y cultural, el impacto de un asesinato dependía enteramente del estatus de la víctima y/o del perpetrador. Un cónsul asesinado tendrá un impacto mucho más significativo que un edil asesinado. En gran medida esto se debe a que tenían tanto fama (reputación) como dignitas (honor y prestigio), y estas cosas eran importantes, y los romanos las protegían.

En el otro extremo del espectro, una persona esclavizada o una persona que fuera declarada infame no era, en realidad, una persona. No podían, a nivel cultural, ser asesinadas, y matarlas no tendría ningún impacto social o cultural. Estas eran las personas que eran asesinadas semanalmente en la arena por animales salvajes, y azotadas y crucificadas en las calles, también liquidadas en ejecuciones públicas con escenificaciones cada vez más elaboradas con atrezo e historias con narrativa. Sin fama ni dignitas, sus vidas no valían nada y podían ser asesinadas deliberadamente con impunidad, tanto por el Estado, en forma de ejecuciones, como por individuos por cualquier razón. Este era, en especial, el caso de los esclavos, omnipresentes en el mundo romano, y que fueron objeto de violencia al azar y asesinados por sus amos con una regularidad inquietante.

Emma Southon.

ÁL y PH—El primer libro suyo que llegó al público español fue su biografía de Agripina la Menor, madre de Nerón, hermana de Calígula, sobrina y esposa de Claudio. ¿Fue difícil para usted documentar ese libro, considerando el tratamiento que las fuentes primarias daban a las mujeres en la antigua Roma?

ES—Es increíblemente difícil escribir sobre las mujeres romanas porque el único acceso que un historiador tiene a ellas es lo que los hombres escribieron sobre ellas, y a los romanos no les gustaban las mujeres que hacían el tipo de cosas sobre las que escribían. Los romanos escribían sobre la guerra y la política, y a veces sobre el sexo, ¡y no les gustaban las mujeres que hacían cualquiera de esas cosas! Así que en realidad sólo tenemos mujeres que son prácticamente invisibles o villanas, y desarmar lo que describen es muy difícil. Especialmente cuando las fuentes nos cuentan historias muy convincentes y seductoras sobre estas mujeres. El truco es mantener una cautela constante al leer y escribir y considerar que las fuentes nos están contando una historia, que no tenemos acceso a nada imparcial y que siempre seremos imperfectos en nuestra interpretación y comprensión.

ÁL y PH—¿Fue la relación madre-hijo entre Agripina y Nerón tan mala como la que han escrito los autores antiguos?

ES—[Risas] Tengo que decir que sí porque él la asesinó y eso sugiere que, sin importar lo que ella pensara de él, él la odiaba.

ÁL y PH—Todos conocemos los ritos de la pérdida de un ser querido hoy en día. ¿Tienen alguna relación con los que había en las familias romanas?

Portada de Agripina.

ES—Los funerales romanos no serían irreconocibles para nosotros, ciertamente. Hay muchos elementos que nos serían familiares, especialmente la ropa oscura y los discursos funerarios dados a una audiencia de personas afligidas. La exhibición de cuerpos romanos no era poco común, especialmente para los emperadores y los muy famosos, y se hacía un importante desfile del cuerpo y la familia por las calles de la ciudad. La principal diferencia es que esto ocurría de noche en Roma, y que los romanos después del siglo I a. C. eran casi exclusivamente cremados en una elaborada pira en público. Los emperadores y su familia eran incinerados en una pira tan grande que era básicamente un edificio de tres pisos en el Campus Martius, y para la aristocracia y cualquiera que tuviera dinero los funerales eran un asunto increíblemente público, a menudo espectacular, con juegos y entretenimientos paralelos. El combate de gladiadores comenzó como un entretenimiento funerario. El luto y los ritos funerarios no eran los asuntos privados que podríamos considerar hoy en día, sino que eran eventos comunitarios.

Los romanos eran muy aficionados a los ritos de los ancestros. Las familias famosas y aristocráticas tenían máscaras de sus antepasados exhibidas en sus casas para lucirse y con ellas desfilaban durante los funerales familiares para recordar a todos el linaje y la importancia de la familia. Los romanos también tenían varias ceremonias y festivales religiosos dedicados a honrar a los antepasados muertos, en particular la parentalia, que era un festival de nueve días que honraba a los muertos de la familia. Los muertos eran más reales y tangibles para los romanos de lo que son en el mundo moderno; son más parecidos a cómo pensamos acerca de los fantasmas: poderosos y presentes en el mundo físico. Esto significa que la muerte estaba mucho más presente de lo que está hoy en día, y que era mucho más pública. ¡Cómo honraste a tu familia en la parentalia era un asunto público por el que la gente podía juzgarte!

ÁL y PH—¿Cuáles son los próximos proyectos en los que está trabajando?

ES—Estoy trabajando en dos cosas en este momento, pero no están anunciadas todavía, así que no puedo decir. Pero os aseguro que ambos son muy divertidos.

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Álvaro López Franco

Periodista. Director de 'Descubrir la Historia'. Mi ámbito de especialización es la historia contemporánea y la historia de la comunicación social, periodos en los que centro mi actividad investigadora.

Pedro Huertas Sánchez

Licenciado en Historia, arqueólogo y guía de museo. Autor del blog Roma no se hizo en un día.

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