
El llamado «morbo gótico» hace referencia a la práctica, bastante habitual, del regicidio en la monarquía visigoda. Aunque, en teoría, la monarquía tenía un carácter electivo, lo cierto es que la tendencia, en buena parte de los casos, es que los reyes lograran que la sucesión recayera en sus hijos.
Esto, junto a las tensiones de las diversas facciones, daba lugar a enfrentamientos que, más de una vez, desembocaban en el asesinato del monarca. Además de los casos citados de Liuva I y Witerico son significativos los de Chindasvinto (662-49), que depuró y ejecutó a unos 700 opositores, o de Wamba (672-680), que fue depuesto, tonsurado, vestido con hábito de monje y obligado a renunciar a la corona.