En mayo de 2015 el Estado Islámico tomó Palmira. Esta fue una acción militar que sobrepasó cualquier dimensión bélica, pues trascendió al ámbito de la cultura de una manera muy evidente.
Antes de esas fechas, y durante toda la guerra de Siria, el mundo entero se escandalizó ante ejecuciones que eran grabadas y, luego, difundidas a través de internet. Pero tras la toma de Palmira asistimos a un nuevo tipo de vídeo cuya dureza no radicaba en la pérdida de vidas humanas, sino en la destrucción del patrimonio y su expolio. Aunque esto no es del todo exacto, ya que Khaled Asaad, quien fue hasta 2003 director del Sitio Arqueológico y del Museo de Palmira, fue asesinado en agosto de 2015 tras ser encarcelado en mayo de ese mismo año.
Él fue un firme defensor de la inclusión de Palmira en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, algo que consiguió en 1980. Durante sus 40 años de dirección de este enclave publicó decenas de obras sobre Palmira y sobre el patrimonio de Siria.
Ejemplos como el de Khaled Asaad nos deben servir para recordar la importancia del patrimonio, que es un bien de todos. Él pagó su dedicación a la promoción y defensa del patrimonio con su propia vida. Lo hizo en la misma ciudad donde había nacido 82 años atrás. Algunos de sus hijos y su yerno estuvieron entre las personas que trabajaron intensamente para salvar más de 400 piezas antes de la llegada de las fuerzas del Estado Islámico. Recordemos que la venta ilegal de artefactos antiguos ha sido fuente de financiación de numerosas causas ilícitas.
El punto positivo de esta historia lo da, de nuevo, el mundo de la cultura y el de la defensa del patrimonio. De entre las ruinas aparecen iniciativas como New Palmira Project que, mediante modelos 3D y fotografías, se dedican a reconstruir digitalmente este alto en el camino ubicado en pleno desierto. Así que los objetivos de Khaled Asaad no murieron con él. Siguen muy vivos un lustro después.
Sitio web de New Palmira Project: https://newpalmyra.org/
