Durante el tiempo de confinamiento, del que poco a poco empezamos a salir, ha habido muchas personas que han trabajado para el bienestar de los demás, desde los sanitarios hasta los quiosqueros (garantes de que todo el mundo pudiera acceder a la información), pasando por personal de limpieza, dependientes, cuerpos de seguridad y muchas otras profesiones.
Desde los sectores no esenciales —siguiendo el lenguaje de la pandemia—, también ha habido iniciativas que han tratado de hacernos pasar el tiempo de una manera más amena, y que las horas en casa no fueran tan largas. Se podrían poner muchos ejemplos de músicos, ilustradores y hasta presentadores de televisión que se han lanzado a hacer algo diferente a lo habitual, desde casa, lo que ha sido bien recibido.
Llevábamos varios años acostumbrados a trabajos audiovisuales perfectos desde una perspectiva técnica, que era lo mínimo que se podía pedir a una productora con presupuesto suficiente. Hasta nos escandalizábamos con que entraran en escena los hijos de un señor mientras era entrevistado, desde su casa, por la BBC. Pero ahora se ha priorizado el contenido, y la calidad de la imagen, del audio, el contexto de grabación o nuestro aspecto han pasado a un segundo plano.
Por este motivo, desde esta humilde tribuna, no podemos más que reconocer el trabajo de numerosos historiadores y divulgadores, algunos con una larga carrera académica detrás, como Julián Casanova que ha ofrecido conferencias memorables, y otros que han crecido en el ámbito de internet y las redes sociales, pero que durante el confinamiento han dado un paso más.
Este paso ha sido, esencialmente, audiovisual. Muchos han roto la barrera de la imagen personal y se han revelado al mundo para dar conferencias, hacer vídeos sobre temas concretos o teletertulias. Por decir sólo algunos nombres, citaremos a los chicos de Ad Absurdum y sus ya famosas ‘meriendacenas’ en Twitch, a María Engracia Muñoz-Santos con sus vídeos en YouTube dirigidos a los más pequeños (y que los mayores también disfrutamos), a Pedro Huertas y sus directos en Instagram y a Laura Castro Royo por sus vídeos tanto en español como en inglés para hablar, sobre todo, de Persia, también en Twitch.
Gracias a ellos hemos visto que la buena divulgación de la historia no tiene tanto que ver con un formato, sino con capacidad comunicativa y, sobre todo, conocimientos y dominio de lo que se quiere contar. Está claro que, en nuestros tiempos, la imagen es fundamental, y no hay duda de que aprovechar las herramientas existentes para hacer divulgación de calidad es algo muy positivo.