No estoy seguro de que estemos viviendo un momento histórico sin precedentes. Claro, no ha sucedido algo de estas características en un mundo como el que vivimos hoy, pero la humanidad ha sufrido pandemias todavía más agresivas que la del Covid-19, y con un conocimiento científico
(y recursos) mucho, mucho más limitados.
En esta sección se me ocurrió que podíamos echar la vista atrás para buscar algún punto de luz. Quizá nos pueda servir para ello la Alegoría del Buen y del Mal Gobierno. Ciertamente, es una obra que roza en el tiempo la enorme pandemia de peste bubónica del siglo XIV, ya que fue pintada alrededor de 1338, y a Siena llegó una década después. Justamente, su autor, Ambrogio Lorenzetti (1285-1348) se cree que falleció a causa de la peste.
Sin embargo, el siglo XIV fue devastador no sólo por este motivo de salud pública, y Lorenzetti plasmó en estas pinturas murales las virtudes y defectos de los buenos y malos gobernantes, cuyas acciones tenían una enorme repercusión en la vida de las ciudades y los campos.

A principios de siglo, alrededor de 1315, hubo una hambruna (conocida como Gran Hambruna) que afectó a casi toda Europa, y que como mínimo se prolongó durante dos años. En 1328 hubo una revuelta campesina en Flandes que también se conoció en el resto del continente. Y poco antes de que se pintara este fresco, en 1337, empezó la Guerra de los Cien Años, que enfrentó a dos potencias feudales como lo eran Francia e Inglaterra. Por cierto, el feudalismo fue un sistema que entró en crisis en dicho siglo.
Entre 1347 y 1353, aproximadamente, la pandemia de peste mató a un porcentaje muy elevado de la población europea, se calcula que alrededor de un tercio. No se sabía qué lo provocaba, y a veces se tomaban medidas que más que ayudar contribuían a su propagación, aunque también hubo algunas buenas excepciones.
La Alegoría —en el caso de esta imagen— del Buen Gobierno nos hace pensar en que, indudablemente, los gobernantes tendrán que buscar maneras adecuadas no sólo de gestionar esta crisis, sino de asesorarse debidamente, y trabajar por hacer que el futuro sea lo menos perjudicial posible para las personas que, al fin y al cabo, somos lo más importante. El buen gobierno es la búsqueda del bien común y, si es posible, sin dejar a nadie atrás.