Organizaciones internacionales y pandemias zoonóticas

En un momento de pandemia o de emergencia sanitaria conviene mirar atrás para evaluar el papel de diferentes organizaciones internacionales, por qué existen, qué logros han conseguido y cómo su colaboración puede resultar efectiva.

En los momentos de crisis es cuando, en busca de algún chivo expiatorio, se levantan más voces críticas frente a gobiernos y otras organizaciones. A veces con causas justificadas y otras no tanto. En todo caso las organizaciones internacionales no están pasando por un buen momento. La Unión Europea (UE) fue muy discutida por la gestión de la última crisis financiera y, ahora, lo vuelve a estar a causa de la respuesta a la crisis sanitaria provocada por el Covid-19. Pero la UE no es la única institución que genera encendidos debates, sino que otras, como la Organización Mundial de la Salud (OMS), hasta ahora bastante alejada del foco mediático, se encuentran en el centro de nuestras miradas.

La fundación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) está íntimamente vinculada a la Segunda Guerra Mundial. Fue en 1942 cuando 26 países firmaron la Declaración de las Naciones Unidas, con una finalidad clara de vencer al «hitlerismo».  Esto no significó el nacimiento de la organización internacional tal y como la conocemos, ya que hubo que esperar a la conferencia de San Francisco de octubre de 1945 para que se constituyera oficialmente. El 24 de octubre de cada año se celebra el día de las Naciones Unidas en recuerdo de esa fecha.

Declaración de las Naciones Unidas (1942, ONU).
Declaración de las Naciones Unidas (1942, ONU).

Al amparo de la ONU han surgido numerosos programas, fondos y agencias especializadas. Entre ellas se cuentan siglas tan conocidas como la de UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia), ACNUR (Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) o PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo). Estos son fondos y programas propios, pero también hay otras agencias que son organizaciones independientes, que trabajan de manera autónoma dentro de la ONU. La UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), el Banco Mundial o el FMI (Fondo Monetario Internacional) son algunos ejemplos.

Entre estas agencias especializadas, afiliadas a la ONU, se encuentra la Organización Mundial de la Salud (OMS). Se trata de la autoridad que coordina asuntos de sanidad internacional dentro del sistema de la ONU. Cuando se constituyó la ONU, se abrió la puerta a la creación de una organización mundial que se dedicara exclusivamente a cuestiones de salud. Poco después, el 7 de abril de 1948, la OMS ya era una realidad.

Su objetivo, tal y como se desprende de sus Documentos básicos (una especie de Constitución de la organización), es que haya un elevado grado de salud para toda la población mundial. En uno de sus puntos, define la salud como «un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades». En otro, asegura: «Los gobiernos tienen responsabilidad en la salud de sus pueblos, la cual sólo puede ser cumplida mediante la adopción de medidas sanitarias y sociales adecuadas».

Entre otras cosas, la OMS es responsable de coordinar campañas de vacunación globales que pretenden erradicar enfermedades tan graves como la polio o la malaria, algo que ha conseguido hacer en numerosos países (los últimos, Líbano y Darfur). Como el especialista Pedro Frontera Izquierdo publicó en el número 19 de esta revista, la OMS, a través de su Programa Intensificado de Vacunación, se propuso en 1967 erradicar la viruela, objetivo que fue cumplido en 1980.

Sede de la Organización Mundial de la Salud, Ginebra (Wikimedia).
Sede de la Organización Mundial de la Salud, Ginebra (Wikimedia).

La OMS mantiene programas relativos al VIH, el sarampión, la tuberculosis, las ya referidas malaria y polio, planes específicos sobre a mortalidad infantil, defiende la amplia difusión de medicamentos esenciales y ha trabajado sobre salud ambiental. Publica recomendaciones en numerosos ámbitos, desde la mejora del estilo de vida para reducir problemas de salud hasta cuestiones más especializadas como la seguridad quirúrgica.

Infografía de Juan Pérez Ventura.
Infografía de Juan Pérez Ventura.

Todavía queda mucho por dilucidar acerca del papel que ha desempeñado la OMS (y el que le queda por ejercer) durante la crisis sanitaria del Covid-19. Pero probablemente haya que tener en cuenta muchos factores como los que han retrasado o dificultado la acción gubernamental para combatir esta pandemia, y sería reduccionista centrar el discurso en el papel de la OMS. Y, en todo caso, de una crítica constructiva podrían salir reforzadas instituciones como ésta, que han jugado un papel fundamental en la mejora de la salud pública en muchos lugares del mundo. Y, especialmente, en aquellos cuyos gobiernos tienen menos recursos para afrontar retos tan desafiantes como los que generan las enfermedades infecciosas, y no sólo el Covid-19.

Por último, hay que indicar que la OMS no es la única organización internacional capaz de jugar un papel importante en los casos de pandemias zoonóticas, como es la de Covid-19 o lo han sido los brotes de otras como el SARS, el H5N1 (conocido popularmente como gripe aviar) o el ébola. Todas ellas tienen en común que su origen es animal y que terminan afectando a las personas. Por eso, los veterinarios deben jugar un papel clave.

Sede de la OIE, París (Wikimedia).
Sede de la OIE, París (Wikimedia).

Por esta razón, destacamos la existencia de la Organización Mundial de Salud Animal (OIE). Sus siglas originales, que han permanecido a pesar del cambio de denominación que se dio en 2003, pueden confundir respecto a las actuales. Respondían a Office International des Epizooties, que se podría traduce como Oficina Internacional de Epizootias.

La OIE tiene una historia más prolongada que la OMS. Se creó en 1924 por un deseo expreso del Secretario General de la Sociedad de Naciones. La OIE fue discutida con la creación de la ONU y la OMS y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Finalmente, un primer acuerdo entre la FAO y la OIE en 1952, y otros posteriores, establecieron colaboración entre la OIE y la ONU. Así mismo, la OIE ha contribuido al desarrollo de legislaciones zoosanitarias y recomendaciones en otras organizaciones internacionales, como la armonización regulatoria en este ámbito en Europa tras la firma del Tratado de Roma en 1957.

Aprovechamos, ya que destacamos el papel de la OIE, para recomendar el artículo que la doctora en Medicina Veterinaria Silke A. Riesle Sbárbaro publicó en el número 14 de esta revista. En él, nos habló sobre las interacciones que llevan a que enfermedades propias de los animales terminen padeciéndolas los seres humanos.

De este modo, más que reducir la influencia de organizaciones internacionales como las citadas, o tratar de fulminarlas, la mirada al pasado servirá para comprender el papel esencial que han tenido durante décadas y, a partir de ahí, valorarlas, dotarlas de suficientes recursos y, sobre todo, establecer canales eficaces de colaboración entre ellas y también con los Estados.  

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Álvaro López Franco

Periodista. Director de 'Descubrir la Historia'. Mi ámbito de especialización es la historia contemporánea y la historia de la comunicación social, periodos en los que centro mi actividad investigadora.

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