José Soto Chica: «Heraclio fue el héroe europeo hasta el siglo XVIII»

En esta entrevista no sólo vamos a descubrir a un historiador que hace un trabajo riguroso, original y que es toda una referencia para el bizantinismo. Sino que su propia historia es merecedora de atención y es una clara fuente de inspiración por el afán de superación y de adaptación a las dificultades.

En este número de la revista tenemos el privilegio de entrevistar a un historiador sumamente prolífico y activo. José Soto Chica (Santa Fe, Granada, 1971) es doctor y profesor de Historia Medieval en la Universidad de Granada y forma parte del Centro de Estudios Bizantinos, institución de referencia a nivel iberoamericano y uno de los mejores del mundo.

Ha publicado numerosos trabajos académicos, pero también libros de divulgación, como el que recientemente ha editado Desperta Ferro, titulado Imperios y Bárbaros. La guerra en la Edad Oscura. Pero también es escritor de novelas, sobre todo con carácter histórico (buen ejemplo es Tiempo de leones, sobre Heraclio). Esto demuestra su confesada pasión por la historia y por todas sus posibilidades de difusión.

Su vida profesional estuvo inicialmente ligada al ejército. Sirvió como soldado profesional en varias unidades, como la Brigada Mecanizada número 11 y la número 10. También estuvo en Bosnia- Herzegovina durante la guerra, entre enero y abril de 1995.

En todo caso, siempre fue un apasionado de la Historia, tanto que era un lector compulsivo de libros de historia desde niño. Pero su vocación principal era la militar. Sin embargo, en enero de 1996 tuvo un gravísimo accidente en acto de servicio mientras colocaban unas cargas explosivas. Tal fue la gravedad que una de las consecuencias fue que se quedó ciego.

Tras este accidente tuvo que reorientar su vida profesional. Se decidió por estudiar la licenciatura de Historia, que finalizó con buenas calificaciones, lo que le permitió acceder a una beca para afrontar una tesis doctoral, que tituló Bizantinos, sasánidas y musulmanes. El fin del mundo antiguo y el inicio de la Edad Media en Oriente.

Álvaro López—¿Cómo fue el primer momento tras aquel terrible accidente, que terminó por hacerle perder la vista?

José Soto—La verdad es que soy un caso atípico. Yo no tuve un momento de desesperación, porque creo que me marcó la guerra de Bosnia. Allí vi situaciones muy complicadas. Me impactó especialmente el tema de los niños. Por eso, cuando desperté tras catorce días en coma, no esperaba estar vivo. Sabía lo que habíamos colocado y era mucho explosivo, no deberíamos estar vivos. Cuando no esperas sobrevivir a algo… esto da bastante moral.

José Soto Chica, en Madrid. Fotografías de Catherine Barrios Hergueta, cortesía de Desperta Ferro Ediciones.

ÁL—¿Fue consciente del momento del accidente?

JS—Sí, no perdí el conocimiento hasta que varias horas después me sedaron en el hospital. Tras 14 días de coma inducido desperté, cuando no esperaba nadie que lo hiciera. El accidente lo sufrimos diez personas. Una falleció y el resto tuvimos heridas de diversa consideración.

ÁL—¿Cómo se hace todo este trabajo, desde estudiar una carrera hasta hacer una tesis doctoral y publicar numerosos libros, con la condición de la ceguera?

JS—Se tarda más. Si yo hubiera estado en posesión de mis facultades sensoriales me hubiera llevado menos tiempo. El proceso de un invidente para trabajar con documentos es el siguiente. Usamos un ordenador como el de cualquier otra persona pero tenemos un programa que describe en voz todo lo que aparece en la pantalla. Todos los documentos los tenemos que escanear previamente, y el ordenador los lee. La ventaja es que cuando lo has escaneado se queda guardado en el equipo, y se genera una importante base de datos. Hay un trabajo previo, pero reconozco que tiene la ventaja de que, luego, lo tienes todo digitalizado.

ÁL—¿Tuvo algún apoyo institucional en esto?

JS—En España tenemos la suerte, y lo digo desde el conocimiento, porque he viajado a otros países y sé cómo está situación, de tener a la ONCE. Te proporciona la formación necesaria para volver a ser una persona autónoma y también te facilitan, mediante becas, la adquisición de estos programas, que son costosos. Las personas ciegas tienen dificultades para estudiar en muchos países.

ÁL—¿Por qué decidió el camino de la Historia?

JS—Desde que tenía siete años sentía pasión por la historia. El primer libro serio que leí fue la Anábasis de Jenofonte, y aquello me impactó. Era un lector compulsivo desde muy pequeño. Con 9 ó 10 años prácticamente sólo leía sobre historia.

ÁL—¿Y la decisión elección de Bizancio y Oriente?

JS—Bizancio ya me gustaba porque es una continuación de Roma. Eso de Imperio bizantino es un término inventado por los historiadores. Nunca hubo un Imperio bizantino, lo que hubo fue un Imperio romano. Es un término claramente peyorativo, porque se suponía que esos orientales, supuestamente decadentes y afeminados, no podían ser romanos. La historiografía occidental de finales del siglo XVII y, sobre todo, del XVIII, le empezó a llamar de ese modo. Para mí Bizancio siempre ha sido la continuación de Roma. Y Roma a mí me apasionaba. Inicialmente iba para Antigua, a hacer una tesis sobre Roma. Pero en Granada, la profesora Encarnación Motos, iniciadora del bizantinismo en Granada y buena parte de España, me convenció de que había mucho que hacer respecto al mundo bizantino. Y desde entonces ahí estoy.

José Soto Chica y Alberto Pérez Rubio (Desperta Ferro) en una presentación del libro

ÁL—¿En qué tema se centró la tesis? ¿Qué dificultades encontró?

JS—La primera dificultad fue un profesor de Antigua que me dijo que no podía hacer esa tesis porque a tesis trataba de forma sincrónica el primer Islam, Bizancio y la Persia sasánida. Yo acabé la carrera en 2002 y en 2001 ya estaba reuniendo fuentes para la tesis. Me dijo que no era viable por la amplitud y también que no había fuentes. Cuando acabé de recopilar había más de 200 fuentes contemporáneas a los hechos (siglos VI, VII). Era una tesis compleja en ese aspecto. Creo que la manera correcta de abordar un trabajo de investigación, y siempre lo digo a mis alumnos, es empezar por las fuentes, y no por el estado de la cuestión. No contaminarte por lo que otros han hecho o, sobre todo, con lo que otros piensan. Enfrentarte a la realidad de esos siglos a través de los autores y los documentos que se conservan. Una vez tienes tu propia idea y visión es cuando debes confrontar lo que otros autores han hecho o pensado sobre lo que vas a trabajar.

ÁL—¿Publicó su tesis?

JS—Aparte de la tesis, que está disponible en el repositorio de la Universidad de Granada, publiqué dos libros adicionales con origen en ella. Uno se llama Bizancio y los sasánidas. De la lucha por el Oriente a las conquistas árabes y el otro, muy específico, Bizancio y la Persia Sasánida: dos imperios frente a frente. Una comparación militar y económica. Todas mis publicaciones han girado en torno a este periodo y esos tres conjuntos de civilización.

ÁL—Antes me dijo que cuando comenzó era un campo de investigación todavía por explorar. ¿Cómo ha cambiado en los últimos años?

JS—Muchísimo. En 2003, cuando hice mi primera publicación, todavía era algo bastante raro. Todo estaba en otros idiomas, no había tradición en España, a pesar de los lazos con Bizancio con nuestra propia historia. Una de mis investigaciones es justamente sobre esto.

ÁL—Una de las figuras a las que dedica espacio y sobre la que parece tener cierta fascinación es Heraclio. ¿Por qué?

JS—Heraclio (576-641) es el gran héroe olvidado de Europa. Si le hubiéramos preguntado a cualquier europeo del siglo XII quién era el gran héroe no hubieran dicho que Arturo, Sigfrido ni el Cid. Hubieran dicho Heraclio. Es el héroe europeo hasta el siglo XVIII, muy representado en el arte. Es el último emperador romano, y todas las casas reales construían sus árboles genealógicos para que empezaran con él, incluida la de los Austrias españoles. Fue el primer caballero cristiano, el hombre que se enfrentó a Persia para recuperar la vera cruz. Luego cayó en el olvido más absoluto hasta nuestros días a pesar de su proyección legendaria.

ÁL—¿Y Justiniano, en qué sentido contrasta con Heraclio?

JS—Fue un emperador increíble, pero con muy mala suerte. Si uno va a los hechos, y no a las maledicencias de Procopio, lo que sorprende es el éxito que tuvo a un coste muy bajo. Pero tuvo la mala fortuna de que Procopio, que era un escritor maravilloso, le odiara.

ÁL—Otra de sus áreas de trabajo es el islam. ¿Por qué tuvo una difusión tan rápida?

JS—Quienes conquistaron y guerreaban contra Bizancio y Persia fueron los árabes, una entidad étnica, que constituyeron por primera vez una unidad. Hasta el 642 fueron los árabes, y la prueba es que en esas conquistas había muchos judíos y cristianos. A partir de entonces sí empezó a tomar mayor peso el islam. En la rapicez hay que destacar el uso masivo de infantería montada, a lomos de camellos, lo que les daba una rapidez increíble. El resto de los ejércitos marchaban a 30-40 kilómetros por día y los árabes podían duplicarlo.

José Soto posa con su libro Imperios y bárbaros.

ÁL—El subtítulo de su libro publicado por Desperta Ferro hace alusión a la ‘Edad Oscura’.

JS—La denomino oscura porque, para mí, en este periodo, la guerra lo determinó todo de una manera como pocas veces se ha dado, fue el motor de cambio.

ÁL—¿Cómo cambia el registro entre investigación, divulgación y novela?

JS—No me cuesta hacerlo. Simplemente pienso en el lector al que va orientado un trabajo. Respecto a la novela, para mí escribirlas supone una vía de escape que comencé cuando estaba terminando la tesis. Lo necesitaba. Es otra manera de trasladar la historia.

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Álvaro López Franco

Periodista. Director de 'Descubrir la Historia'. Mi ámbito de especialización es la historia contemporánea y la historia de la comunicación social, periodos en los que centro mi actividad investigadora.

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