En contexto. La globalización contagiosa

La idea se ha explotado en la ficción en forma de novelas, películas y series de televisión. Sin duda es inquietante: imaginar un virus cuyo alcance sea mundial y su vacuna desconocida. Hace un par de siglos una nueva enfermedad perdida en mitad de la selva africana no preocupaba a los habitantes de San Francisco, Viena o Tokio, pues las posibilidades de que un contagiado de la zona llegara hasta sus calles eran remotas. Hoy en día, sin embargo, en la aldea global en la que vivimos, todos somos vecinos cercanos, todos estamos en contacto.

Nota del editor: este artículo fue redactado a principios de febrero, cuando el coronavirus estaba localizado sobre todo en Asia. Es decir, no contiene datos actualizados ni refiere la expansión de la epidemia en el resto del mundo.

Desde la ciudad de Wuhan, en China, hasta un rincón de la pequeña isla de la Gomera. Lo que la geografía separó con 12.000 kilómetros de distancia, la globalización se ha encargado de unir en pocas horas. La noticia de que ha aparecido en la isla canaria un infectado del coronavirus chino confirma el éxito de la interconectividad que caracteriza nuestro tiempo. ¿Cómo ha podido un virus originado en una ciudad del interior de china acabar en la otra punta del mundo?

El foco de la infección parece estar en la carne de una especie animal vendida en un mercado de Wuhan. Se valora la posibilidad de que fuera carne de serpiente, ciervo o murciélago. Para frenar la expansión del virus, China ha prohibido comerciar con animales salvajes. Medidas más extremas han sido las tomadas por compañías aéreas como British Airways, que ha cancelado todos sus vuelos a China, o por gobiernos como el de Estados Unidos, que ha decidido prohibir la entrada a personas que hayan estado recientemente en el país asiático.

Se calcula que en 2019 hubo más de 4.500 millones de pasajeros de avión a nivel global, por lo que intervenir en el transporte aéreo es una de las medidas más eficaces para detener la propagación de un virus. Los virus no sobreviven muchas horas fuera de los cuerpos, así que el verdadero peligro radica en la demografía y en los desplazamientos. El virus no va a llegar flotando en el aire de un país a otro, de una ciudad a otra, y ni siquiera de un barrio a otro. Lo va a transportar un contagiado que se desplace. Y en la ajetreada Wuhan tiene lugar la combinación perfecta: hay mucha gente, muchos contagiados y muchos desplazamientos.

El factor demográfico es clave en la dispersión (y en el propio origen) de las enfermedades contagiosas. Pronto alcanzaremos los 8.000 millones de habitantes en todo el mundo, una superpoblación acompañada por problemas para asistir sanitariamente a todas las personas, mayor producción de deshechos y contaminación, aumento del contacto entre humanos y hacinamiento en las ciudades. Precisamente la urbanización es el otro pilar sobre el que se asienta la globalización, y es clave para entender la propagación de las enfermedades contagiosas. Ciudades cada vez más grandes, menos higiénicas, más colapsadas y con mayor densidad de población. Ciudades en las que el estornudo de un viandante puede afectar a decenas de vecinos, en el que el humo de un tubo de escape se mete en cientos de orificios nasales cada minuto. El 55% de la población mundial habita en ciudades, y se espera que para el año 2050 esta cifra haya subido hasta el 70%.

Trabajos de desinfección en aeropuertos chinos.

A este aumento de los potenciales contagiados hay que sumar el cambio en los modos de vida que ha permitido la mejora del transporte. El flujo de personas es intenso a un ritmo no ya diario, sino por minutos. Gente subiendo y bajando de trenes, vuelos cruzando el mundo, barcos uniendo costas, coches atascando carreteras… El ser humano del siglo XXI se mueve con rapidez y por diferentes motivos (trabajo, turismo, familia…). En 2017 hubo más de 1.300 millones de turistas a nivel mundial, personas que visitaron lugares extranjeros y luego regresaron a sus países de origen. Si uno de estos lugares era el hogar de un virus, éste podría haber hecho las maletas para cruzar varias fronteras infectando a un turista.

Una población tan grande en movimiento es el caldo de cultivo perfecto para las enfermedades contagiosas. En 2003, y también con foco en China, la neumonía producida por el SARS (síndrome respiratorio agudo grave) afectó a 27 países y más de 8.000 personas. Con una tasa de mortalidad del 13%, este virus se cobró 765 víctimas. En 2012, la fiebre del MERS (síndrome respiratorio de Oriente Medio) se extendió desde Arabia Saudita a otros nueve países, infectando a 157 personas y demostrando con una letal mortalidad del 42%. Otras enfermedades que se han propagado traspasando fronteras son el dengue, el zika o la peligrosa fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, que afecta a decenas de países desde el mar Negro hasta el corazón de África, con una mortalidad del 30%.

Control térmico a los pasajeros en los aeropuertos chinos.

El coronavirus de Wuhan tiene una baja mortalidad, de apenas el 2%. Sin embargo, la alarma social e institucional procede de la inexistencia de una vacuna ni de ningún tratamiento específico para este tipo de virus. Los datos más recientes (al cierre de edición de esta revista) hablan de 45.200infectados y en torno a 1.100 fallecidos. La construcción en tiempo récord de nuevos hospitales, la retención de cruceros en los puertos, el control térmico de los pasajeros en los vuelos o la caída de las bolsas internacionales parecen dibujar una situación apocalíptica, pero los expertos hacen una llamada a la calma.

Quizás debamos aceptar que la globalización nos ha traído rapidez en las compras, facilidad para viajar, conocimiento al minuto y, también, dispersión de las enfermedades contagiosas. ¡No todo iba a ser positivo! 

Para saber más:

—Busquets, N. (2011). «Globalización y enfermedades virales emergentes», CreSAPIENS, núm. 1.

—Valenzuela, A. (2018). «La globalización de las enfermedades altamente contagiosas». El Independiente.

—Alonso, D. (2003). «Globalización y enfermedades infecciosas». Real Instituto Elcano.

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Juan Pérez Ventura

Profesor de Geografía e Historia. Máster en Relaciones Internacionales. Divulgador y cartógrafo. Fundador de la página web multidisciplinar VENTURA.

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