En el presente artículo nos vamos a centrar en la arquitectura de la Catedral, y en los elementos escultóricos integrados en su marco arquitectónico (en las portadas principalmente), pero también comentaremos algunas de las joyas escultóricas (relieves sobre todo) y pictóricas (murales y pinturas sobre tabla) que guarda en su interior.
Quisiera expresar mi agradecimiento a los responsables del Museo de la Catedral y en particular a Claudia Monzó Calero, historiadora del Arte e integrante del equipo artístico del Museo, por su generosidad al guiarnos durante más de tres horas por diferentes partes de la Catedral, también a Mari Carmen González González, periodista que trabajó en la Agencia Europa Press y guía profesional. Igualmente he de reconocer el gran apoyo que ha supuesto la reciente publicación (2018) por parte la Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia de una obra colectiva sobre la Catedral, y en particular los trabajos incluidos en dicha obra de dos arquitectos: Arturo Zaragozá Catalán y Salvador Vila Ferrer, así como del historiador de la arquitectura Joaquín Bérchez Gómez, y la profesora Mercedes Gómez-Ferrer Lozano, que me han ayudado a entender las transformaciones realizadas a lo largo del tiempo.
La totalidad de las fotos utilizadas en este artículo, o han sido realizadas por el autor en su visita a la Catedral (como es el caso de la inmensa mayoría de las fotos de interior), o han sido descargadas de Wikimedia (la mayor parte de las exteriores).
Iniciaremos el recorrido comentando el exterior arquitectónico de la Catedral y a continuación pasaremos a comentar su interior. Para poder situarnos correctamente en el recorrido, es importante señalar que la Catedral no está orientada en sentido este (hacia Oriente), sino que su cabecera se sitúa hacia el norte (en el sentido de la fotografía de la portada del artículo). Iniciamos nuestro recorrido en la puerta este, la puerta románica.

La puerta románica de la Almoina o del Palau
Esta puerta toma el nombre de Almoina por dar a la plaza del mismo nombre donde se encontraba la casa de caridad o limosna (almoina en catalán). También se la conoce como puerta del Palau por la cercanía del palacio arzobispal. Se trata de un pórtico tardorrománico (siglo XIII), asociado estilísticamente, según señala el arquitecto Arturo Zaragozá, con la escuela de la Catedral de Lérida —de hecho, guarda una gran similitud con la puerta de Fillols de dicha catedral—, de donde había sido obispo Pedro Albalat, luego arzobispo de Tarragona y que acompañó al rey Jaume I en la conquista de Valencia (que capituló el 27 de septiembre y fue ocupada el 9 de octubre de 1238). Un hermano de Albalat, Andreu, sería nombrado obispo de Valencia desde 1248 hasta 1276, siendo durante su mandato cuando se iniciaron los trabajos de construcción de la Catedral, colocando él mismo la primera piedra en 1262.

Este pórtico, que se sitúa al este, por lo tanto en la zona más sagrada —muro de la quibla y el mihrab— de la desaparecida mezquita mayor o de los viernes, fue concebido también como un homenaje a los primeros repobladores cristianos de la ciudad a través del sistema de repartimientos, que implicaba la expulsión y desplazamiento de los pobladores musulmanes hacia los arrabales. Así, en los canecillos que, a modo de ménsulas están situados debajo de la cornisa que enmarca la parte superior del pórtico, hay siete parejas de hombres y mujeres de origen leridano, repobladores y seguramente también benefactores o donantes para la construcción del templo. La portada está formada por arcos de medio punto abocinados (en disminución) sustentados en finas columnas adosadas con capiteles historiados con escenas del Antiguo Testamento. Las arquivoltas (cada una de las arcadas) aparecen decoradas con ornamentación geométrica: picos de sierra, puntas de diamante, arquillos, etc.
Sorprende la ausencia de un parteluz en medio de la puerta y de un tímpano en la parte superior. Sin embargo, sí existieron hasta 1599, cuando fueron retirados para poder dar acceso al desfile procesional con los restos de San Mauro.

Canecillos con una pareja de repobladores-benefactores leridanos. Bertrán y Berenguela
La puerta gótica de los Apóstoles
Para seguir el recorrido cronológico por su exterior nos trasladamos justamente al lado oeste de la Catedral, frente a la puerta de los Apóstoles, de estilo gótico y con una gran influencia francesa. Posiblemente un taller francés se instalaría en la fábrica de la Catedral para construir esta puerta y la que daba acceso por el lado sur (a los pies de la Catedral), que fue sustituida por otra barroca en el siglo XVIII. Como señala Arturo Zaragozá, se aprecia una cierta similitud con el Portail des Libraires (puerta de la Librería) de la Catedral de Ruan. Según Salvador Vila, arquitecto conservador de la Catedral de Valencia, antes de la puerta gótica hubo otra románica, hoy desaparecida, similar a la de la Almoina, construida en torno al año 1280.

La puerta de los Apóstoles, construida entre 1348 y 1385, está formada por arcos apuntados también abocinados, coronados por un gablete (arco en punta o mitrado). En sus jambas se representa un apostolado —aunque en este caso son copias, pues los originales se encuentran en el Museo de la Catedral—. En el tímpano (espacio interior del primer arco) se representa a la Virgen con el niño en brazos rodeada de ángeles —aunque esta escultura, según señala la profesora Mercedes Gómez-Ferrer, procede del parteluz que fue retirado, al igual que el de la puerta de la Almoina, en 1599 con motivo del traslado de los restos de San Mauro—. En un segundo cuerpo superior se sitúa un rosetón, coronado por otro gablete, en cuyas tracerías internas se dibuja la estrella de David —que tal vez podría ser una evidencia de los vínculos judaicos de algunos maestros de obra de la época—. Este rosetón tampoco es original, sino que es una copia reconstruida que se hizo del original en 1957. Además, en el espacio que hoy ocupa el rosetón, hubo un ventanal apuntado, simétrico del situado sobre el portal de la Almoina, cuyas marcas se pueden apreciar aún desde el interior.

Esta puerta es muy conocida porque en su exterior, todos los jueves a las 12h, se celebra el Tribunal de las Aguas (Tribunal de les Aigües de la Vega de Valencia) que dirime, desde tiempos ancestrales, los pleitos que puedan surgir en el reparto de las aguas para el regadío. Declarado patrimonio inmaterial de la humanidad por la UNESCO en 2009.
La tribuna renacentista
Si nos situamos un poco más hacia el lado norte de la Catedral, frente al testero exterior, tomando como punto de observación la Plaza de la Virgen, nos encontramos ante la tribuna renacentista de tres plantas, lo que se conoce como Obra Nova (también como Lonja de los Canónigos), construida a finales del siglo XVI por Gaspar Gregori, maestro arquitecto y autor de otras obras relevantes en Valencia como el colegio del Patriarca. La primera planta presenta arcos cegados (cerrados), mientras que las otras dos plantas son de arquerías abiertas, a modo de loggia porticada, con superposición de órdenes: toscano y jónico, en las pilastras. Y en la tercera planta una sucesión de arcadas serlianas (por el nombre del creador de este estilo de arcos, el arquitecto italiano Serlio), que se caracterizan porque los arcos no se apoyan directamente sobre las columnas, sino sobre dinteles que a su vez son sustentados por las columnas, en este caso jónicas. La función de esta tribuna era la visualización de las celebraciones que se realizaban en la plaza de la Virgen, incluidos autos de fe de la Inquisición.

La tribuna ocupa solo la mitad del testero pues al construirse la Basílica de la Virgen, contigua a la Catedral, es probable que se desistiera de completar su construcción, al no ser ya un punto de observación tan diáfano.
La puerta barroca de los Hierros
Nos trasladamos ahora al lado sur, a los pies de la Catedral, en la plaza de la Reina y nos encontramos frente a la puerta de los Hierros. Imponente portada barroca a modo de fachada retablo formada por tres cuerpos en altura (coronados por un frontón semicircular partido) y tres calles verticales separadas por columnas corintias con el fuste bajo decorado con relieves. La calle central se curva hacia el exterior (convexa) de manera alterna a las laterales que se curvan hacia el interior (cóncavas), formando una sucesión de curvas y contracurvas con las que el arquitecto que la diseñó —el austriaco Konrad Rudolf en 1703, durante la dominación de Valencia por el archiduque Carlos en el marco de la guerra de Sucesión de la monarquía hispánica— quería conseguir la sensación de movimiento, siguiendo las técnicas de arquitectos italianos del siglo XVII como Borromini, también en la forma oval de la planta del atrio que precede a la entrada. No en vano a Rudolf se la llamaba «el romano».

En el primer cuerpo, sobre la puerta hay un relieve de factura rococó (1752) titulado Adoración del nombre de María, con las siglas M y A alusivas a su nombre. En el segundo cuerpo un gran óculo, y en las calles laterales de este nivel dos medallones dedicados a los Borja, a los dos obispos de Valencia que fueron papas en Roma, tío y sobrino: Calixto III (Alfonso de Borja) y Alejandro VI (Rodrigo de Borja). En el tercer tramo un relieve central titulado Asunción de la Virgen y a la izquierda una estatua exenta de San Vicente Ferrer predicando.
El Micalet
Como último hito del recorrido exterior nos situamos frente al Micalet o torre campanario de 51 metros de altura de estilo gótico, construida entre 1381 y 1414. En su momento era una torre campanario exenta, al estilo de los campanille italianos, fuera del perímetro de la Catedral —al igual que el Aula Capitular o capilla del Santo Cáliz que luego veremos—, pero tras las ampliaciones de los tramos interiores de las naves de la Catedral, tanto el Micalet, como el Aula Capitular quedaron unidos e integrados en el perímetro de la Catedral.
Se trata de una torre de base octogonal de cuatro cuerpos en altura, con pocos y estrechos vanos en los tres primeros cuerpos y sólo en el último con amplios ventanales y profusa decoración gótica en el exterior (tracerías coronadas con gabletes). En este cuerpo superior se encuentran 11 campanas. Sobre el último cuerpo una balaustrada (barandilla en piedra) y en época barroca se construyó una espadaña de dos cuerpos con una campana en cada uno de ellos. En total son 13 las campanas con que cuenta el Micalet. La de mayor dimensión, conocida popularmente como «Miquel» (Miguel), es la que da nombre a la torre.

El Micalet, por su dimensión de 51 metros de altura, además de su función religiosa como campanario, siempre tuvo otro tipo de funciones de vigilancia y defensa. En la historia más reciente como centro de mando y vigilancia para la defensa antiaérea durante la Guerra Civil frente a las incursiones de la aviación legionaria italiana (los famosos Saboya).
En el interior
Tras haber realizado este recorrido por el exterior de la Catedral, vamos a adentrarnos ahora en su interior para tratar de ir viendo la evolución constructiva a lo largo del tiempo.
Nos situamos junto a la puerta de la Almoina, desde donde comenzamos el recorrido, pero ahora en su interior. Si contemplamos la bóveda de esta zona del transepto (o nave crucero), lo primero que llama la atención es que sólo el primer tramo, el situado junto a la puerta, tiene la cubierta en piedra, el resto de tramos del transepto y de naves fueron cubiertos con un material más ligero y más económico, el ladrillo «a rosca», lo que iba a acelerar el ritmo de la construcción.

La primera fase constructiva en el siglo XIII
Una vez indicado este importante cambio de elemento constructivo, decisivo para acelerar la construcción, habría que señalar que la Catedral en su conjunto interior va a ser de factura gótica, aunque de altura moderada y con unos gruesos muros exteriores vinculados a su inicial fábrica románica. En una primera fase constructiva (siglo XIII) se levantará sobre una planta basilical de cruz latina, integrada por tres naves (longitudinales), una central más alta y ancha que las laterales (16 y 12 metros, respectivamente), formadas inicialmente por tres crujías o tramos. A continuación una nave crucero o transepto marcado en planta de cinco tramos que se abrirá al este por la puerta de la Almoina y al oeste por la de los Apóstoles. Tras el transepto un presbiterio octogonal truncado en su parte frontal, en sus orígenes abierto a la girola de cinco tramos y diez capillas absidiales. También en la construcción original gótica había numerosas capillas laterales, pero fueron objeto de intervenciones estructurales que las modificaron notablemente durante los siglos XVII y XVIII, bajo la influencia del Barroco y posteriormente del neoclasicismo.

Los diferentes tramos de las naves fueron cubiertos por bóvedas de crucería, con plementería (superficie de la bóveda situada entre las nervaduras) de ladrillo, salvo el primer tramo del transepto junto a la puerta de la Almoina que, tal y como hemos indicado más arriba, sería en piedra. La separación entre tramos y naves se hará a través de arcos apuntados, soportados por haces de columnas que formarán gruesos pilares octogonales (u ochavados). Sobre el crucero se levantará, para permitir el paso de la luz, un cimborrio (torre) octogonal, inicialmente de un solo cuerpo, luego modificado y ampliado a dos.

Los arcos torales apuntados que enmarcan la zona del crucero donde se levanta el cimborrio frente al presbiterio, al igual que los pilares originales, permanecen recubiertos por una ornamentación posterior barroca (segunda mitad del siglo XVII), que rebajó los arcos apuntados hasta convertirlos en arcos de medio punto y recubrió los pilares y las nervaduras del presbiterio con estucos y dorados, al mismo tiempo que cegó los arcos que comunicaban el presbiterio y la girola. Posteriormente, a finales del siglo XVIII y durante el siglo XIX, se recubrió de forma similar la mayor parte del interior catedralicio pero ya con una decoración estrictamente neoclásica que fue retirada parcialmente a partir de los años 60 y 70 del siglo XX, salvo en la mayor parte de las capillas laterales y absidiales del templo y la girola, que siguen conservando ese estilo neoclásico impostado. También se retiró parcialmente la decoración barroca que recubría la bóveda del presbiterio para poder mostrar las pinturas al fresco realizadas en el Renacimiento, de las que hablaremos más adelante

Construcciones anexas durante el siglo XIV
Durante el siglo XIV se van a construir dos estructuras arquitectónicas exentas, fuera del perímetro de la Catedral: el Micalet, torre campanario al que ya nos hemos referido y el Aula Capitular, concebida también como zona de sepultura de los miembros del cabildo, por eso el color oscuro de la piedra que recubre sus muros, traída de Sagunto, y frecuentemente utilizada para las zonas de enterramiento. Se trata de una estructura de estilo gótico tardío (o florido) de base cuadrada cubierta por una bóveda de crucería estrellada octogonal con una poderosa clave central de bóveda policromada (con la coronación de la Virgen en el cielo) y otras claves menores, hasta doce, con los apóstoles. Las nervaduras se apoyan en ménsulas también policromadas. El Aula Capitular llegó a acoger alguna sesión de las Cortes valencianas medievales.

Durante este siglo, un poco antes de la construcción del Aula Capitular, también se realizaron, con toda probabilidad a cargo de un taller francés, las dos puertas góticas: la de los Apóstoles y la de la entrada sur a los pies de la Catedral, que se abría a un atrio-claustro luego desaparecido. Esta última puerta sufrió varios traslados en diferentes ampliaciones, hasta ser recolocada como puerta de acceso al Aula Capitular. También se modificó el cimborrio, levantándose el primer cuerpo del actual, en sustitución del original del siglo XIII.


El siglo XV, «siglo de oro» de Valencia
Con el objetivo de integrar el Micalet y el Aula Capitular dentro del perímetro de la Catedral, se va a producir una ampliación de un tramo de las naves longitudinales hacia el sur, a costa del espacio de un atrio-claustro hoy desaparecido. Es lo que se conoce como Arcada Nova. Aquí van a destacar dos grandes maestros de obra: Francesc Baldomar —que había dirigido la construcción de las Torres de Quart— y su discípulo Pere Compte —muy conocido después como constructor de la Lonja de la Seda—. La maestría de estos arquitectos va a quedar puesta de relieve en la construcción novedosa de ventanas en ángulo (o en esviaje, derivado de la palabra catalana esviatge), así como la formación de arcos en esquina, como en la puerta de acceso interior al Micalet o en otra situada en la sacristía mayor.

Según el arquitecto Arturo Zaragozá las ventanas en ángulo o esviatge son alardes de autor inspirados en el texto de la Vulgata (la Biblia en latín vulgar o de uso corriente) que habla de ese tipo de ventanales en el templo de Jerusalén. El efecto que producen en la Catedral de Valencia, al estar orientados en su inclinación hacia el sur, es que permiten un mayor paso de la luz solar sobre el interior catedralicio.

Como señala Arturo Zaragozá, al parecer, los maestros de obra de la Arcada Nova, Francesc Baldomar y Pere Compte, dejaron su semblante junto al de su benefactor, el obispo Rodrigo de Borja y futuro papa Alejandro VI y el del canónigo Antoni Bou, en los capiteles de uno de los pilares al comienzo del tramo ampliado.
También en esta época, ya a cargo de Pere Compte tras fallecer Francesc Baldomar, se construye el pasillo de acceso al Aula Capitular en el que en el siglo XVIII se encajó, con alguna modificación necesaria para adaptarla al marco, el pórtico gótico de la entrada sur, teniendo que eliminar la primera dovela (tramo del arco), como se puede apreciar en la primera escultura de la arquivolta cortada a medio cuerpo. Este acceso descentrado al Aula Capitular fue una solución adoptada al construirse la capilla de San Luis (más tarde reconvertida en capilla de San Pedro), también a cargo de Pere Compte, junto al Aula Capitular. Lo que se puede apreciar por la marca del arco apuntado de la primitiva puerta centrada que aún se deja ver en el muro de la capilla colindante construida después.
Durante esta etapa se levantó también el segundo cuerpo del cimborrio octogonal cubierto con una bóveda gallonada (por la similitud con los gallos o gajos de una fruta como la naranja), alcanzando una altura de 40 metros.
Puerta gótica de acceso al Aula Capitular, antigua puerta de entrada sur Cimborrio octogonal y bóveda gallonada
El siglo XVI, siglo del Renacimiento
Como ya hemos señalado más arriba la influencia del Renacimiento italiano va a dejar su señal en la tribuna exterior del testero. En el interior, la influencia renacentista será sobre todo en las artes figurativas, escultura y pintura, como veremos más adelante.
El Barroco y el neoclasicismo dejan su huella durante los siglos XVII y XVIII
Durante la segunda mitad del siglo XVII (entre 1668 y 1682), además de la redecoración y recubrimiento barroco de la zona del crucero y del presbiterio a las que ya nos hemos referido, que fue modelo para la renovación barroca de las parroquias de Valencia, habrá también intervenciones arquitectónicas que afectarán sobre todo a las capillas laterales góticas que van a ser objeto de intervenciones estructurales de calado, así como a las naves del tramo ampliado a los pies de la Catedral, en particular la de San Luis, que será convertida en la nueva capilla de San Pedro. Estas intervenciones serán a cargo del maestro de obras Juan Bautista Pérez Castiel. En general, aunque no en todos los casos fue igual, las capillas intervenidas fueron revestidas de una decoración barroco clasicista (y más tarde neoclásica), coronadas con cúpulas sobre tambor (una vez destruidas las bóvedas de crucería góticas) y recubiertas hacia el exterior con cerámica vidriada (de color azul lapislázuli), de influencia oriental (persa), aportación del arte hispanomusulmán.

Otras capillas, como las de la girola o la principal (capilla mayor o presbiterio, ya mencionada) fueron revestidas sin intervención estructural, al igual que la mayor parte del interior del templo, pero ya con un revestimiento neoclásico iniciado en la segunda mitad del siglo XVIII (a partir de 1773) a cargo de Antonio Gilabert y Lorenzo Martínez, que, según Salvador Vila, se prolongó durante el siglo XIX hasta 1886.
Pero este revestimiento fue levantado en su mayor parte a partir de los años 60 y 70 del siglo XX para recuperar la original traza gótica ocultada. Un gótico austero, propio de las órdenes mendicantes, bajo la influencia del Císter (orden cisterciense), que se reflejaría en la ausencia de decoración en los capiteles interiores, salvo los de la ampliación de la Arcada Nova, ya referidos. Las vidrieras originales fueron reemplazadas por paneles de alabastro traslúcido que dejan pasar la luz solar, aunque de forma atenuada.
Esculturas de factura francesa e italiana
Aunque este artículo se centra en los aspectos arquitectónicos de la Catedral de Valencia no podemos dejar de referirnos a algunas de sus joyas escultóricas integradas en su marco arquitectónico. Empezaremos por los apóstoles de la portada gótica cuyos originales se encuentran en la actualidad expuestos (aunque sólo 10 de los 12, pues dos de ellos se encuentran en mal estado) en el Museo de la Catedral.
Apostolado original de la puerta gótica en el Museo Apostolado original de la puerta gótica en el Museo
Se trata de esculturas a tamaño natural, bastante expresivas y con una ligera pose clasicista (ligero contrapposto) que fue recuperando progresivamente la escultura gótica, al igual que los pliegues de las túnicas, para dar mayor naturalidad a los personajes representados y crear una cierta sensación de movimiento. Si nos aproximamos al que parece ser la representación de San Pedro, podemos observar que se preservan todavía restos de policromía en los ropajes y en los ojos.
San Pedro con restos de policromía en ropajes San Pedro con restos de policromía en ojos
Este apostolado, originalmente esculpido en la puerta gótica del lado oeste, se le tiende a atribuir la autoría al francés Nicolás de Autun, o al menos al taller francés que se instaló en Valencia para ejecutar la puerta de los Apóstoles y la de acceso por la cara sur, luego desplazada como puerta de acceso al Aula Capitular.
En el interior del Aula Capitular, también conocida como capilla del Santo Cáliz —por acoger a esta famosa reliquia— se encuentra, desplazado desde el siglo XVIII de su ubicación inicial, el pórtico original de entrada al coro desde el acceso sur (pórtico del trascoro). Se trata de un retablo en alabastro, cuyo marco arquitectónico fue diseñado por Antoni Dalmau en el siglo XV y en su interior se incluyen doce paneles con relieves de escenas del Antiguo Testamento (paneles inferiores) y Nuevo Testamento (paneles superiores) realizados a partir de 1418 por Juliá Nofre, al que se conocía como «el Florentino» (Giuliano di Nofri di Romolo). Esta obra se puede relacionar con la que Lorenzo Ghiberti estaba realizando en ese momento en el baptisterio de la Catedral de Florencia, pues se sitúa cronológicamente entre las primeras puertas (1403-1424) y las segundas (1425-1452) que el gran maestro de la escultura renacentista italiana realizó para el baptisterio. La búsqueda de la perspectiva, jugando con el alto, medio y bajo relieve, le confieren un acabado de impronta renacentista.


La última obra escultórica a la que nos vamos a referir se encuentra ubicada tras el presbiterio en la capilla de la Resurrección, con acceso desde la girola. Se trata de un relieve en alabastro traslúcido de principios del siglo XVI atribuido a Gregorio Pardo Bigarny, hijo del famoso escultor que trabajó en las catedrales de Toledo y Burgos, el borgoñón Felipe de Bigarny. El autor juega también con diferentes niveles de relieve, desde el alto al medio y bajo relieve para conseguir profundidad y perspectiva, en la línea que buscaba el arte renacentista bajo la influencia italiana, en este caso, como señala la profesora Mercedes Gómez-Ferrer, claramente miguelangelesca. Se aprecian ciertos restos de dorado en algunas zonas.

Pintura del Renacimiento
Entre el conjunto de obras pictóricas que tiene la Catedral nos vamos a centrar en las pinturas renacentistas, sin lugar a dudas las más relevantes de todo su patrimonio pictórico.
En el año 2004 se decidió eliminar el revestimiento barroco de la bóveda del presbiterio realizado en el siglo XVII por Juan Bautista Pérez Castiel, porque, fruto de una casualidad, se había podido comprobar el buen estado de conservación de unos frescos de un Coro de Ángeles Músicos que fueron pintados a finales del siglo XV por artistas venidos expresamente de Italia por encargo de Rodrigo de Borja, obispo de Valencia y cardenal en Roma, quien más tarde sería el papa Alejandro VI. Esta obra fue realizada tras un incendio que afectó gravemente al presbiterio en 1469. Los artistas que realizaron estos frescos, una de las muestras pictóricas renacentistas más importantes de fuera de Italia, fueron Francesco Pagano y Paolo de San Leocadio, entre 1472 y 1481. Los artistas italianos pudieron contar con los materiales de mayor calidad de su tiempo, lo que ha permitido conservar su poderosa policromía con un fondo azul estrellado.
Bóveda con los frescos del Coro de Ángeles Músicos siglo XV
Detalle del Coro de Ángeles Músicos siglo XV
También de impronta renacentista con claras influencias leonardescas son las pinturas sobre tabla (doce en total, seis en el exterior y otras seis en su interior) de las puertas del retablo del presbiterio, encargadas también tras el incendio al que nos hemos referido antes. Estas fueron realizadas por «los Hernando» (Fernando Yánez y Fernando de los Llanos), de origen castellano, pero que habían colaborado en Florencia con el maestro italiano del Renacimiento en la pintura mural de La batalla de Anghiari (hoy desaparecida y que conocemos gracias a una copia que hizo Rubens), plasmando su influencia de forma muy acusada en alguna de las tablas, como la titulada Pascua de Pentecostés.

Sin lugar a dudas, tanto el Museo como otros rincones y capillas de la Catedral, recogen multitud de obras pictóricas relevantes, como las de los Macip, padre, Vicente Macip, e hijo, Juan de Juanes, maestro del Renacimiento hispano del que destaca su Bautismo de Cristo (h. 1535). O las pinturas de Goya para la capilla de San Francisco de Borja. O las muestras de gótico lineal sobre pared de la Cámara Secreta o Reconditorio. Pero su tratamiento desbordaría el objetivo inicial de este artículo en el que nos queríamos centrar en los aspectos arquitectónicos de la Catedral de Valencia.

Como se ha podido ver a lo largo del presente artículo, la riqueza artística de la Catedral de Valencia, con la presencia de muestras tan relevantes de diferentes épocas artísticas, hacen que sea un magnífico ejemplo para poder hacer un recorrido por etapas claves de la Historia del Arte.
Para saber más
Real Academia de Bellas Artes de San Carlos (2018). La Catedral de Valencia. Historia, Cultura y Patrimonio. Valencia.
Ximo Company (dir.) (2014). La Catedral del Santo Cáliz. Lérida: Centro de Arte de Época Moderna (CAEM). Universitat de Lleida.
Revista Catedral de Valencia (2010). Varios números. Valencia: FUNDICES.
Pascual Izquierdo (2011). Valencia. Madrid: Anaya Touring.
J. Díez Arnal. Página Web: Catedral de Valencia Iglesia Catedral Basílica Metropolitana de Santa María.
Página Web: Museo Catedral de Valencia.
Santiago Soler Seguí (2016). Página Web: Valentia Mediaevalis.
Rosina Lajo y José Surroca (2001). Léxico de Arte. Madrid: Akal.