«En el país de Ghana, el oro crece en la arena como zanahorias», Ibn al-Faqih al-Hamadani.
La historia del Imperio de Ghana está tan rodeada de mitos y leyendas que a veces es difícil descubrir cuánto de verdadero hay en el Imperio del Oro. Se cree que este reino pudo surgir a partir de pequeños asentamientos agro-pastorales del siglo IV en la región de Awkar, un área del sureste de Mauritania. Según algunas fuentes árabes, formaba parte del bilad al-sudan y se decía que era el puente entre el Mediterráneo y el resto de las zonas del sur. Pronto se convirtió en el centro político de este país.
El bilad al-sudan es una región histórica que se localiza en los actuales territorios de Mali, Mauritania y el sur del Sahara, entre el Océano Atlántico y uno de los meandros principales del Níger.
La región del Sahel ocupa el extremo sur del desierto del Sahara. El nombre de esta zona deriva de la palabra árabe sahil, que significa orilla. En sus orígenes, esta parte del Sahara era una región muy fértil que permitió el asentamiento de muchos pueblos nómadas. Sin embargo, con el paso del tiempo, el territorio se fue volviendo cada vez más árido hasta terminar convirtiéndose en el desierto que es en la actualidad.
Este país de negros, tal como lo denominaron los geógrafos árabes, vivía principalmente del comercio gracias a las rutas caravaneras que lo atravesaban de punta a punta. Una de las actividades principales de este comercio era la compraventa de sal y, en menor medida, del oro procedente de Ghana, de las minas la región casi mitológica de Wangara, cuya ubicación no es posible establecer con la escasa información que transmiten las fuentes. En ocasiones también comerciaban con esclavos procedentes del este del actual Chad. Durante el periodo de esplendor del Imperio de Ghana, las rutas solían empezar en Tremecén, ciudad del oeste de Argelia y capital del Mágreb Central en la Edad Media, o Siyilmasa, ciudad del sureste de Marruecos y llegaban hasta Awdagost, ciudad de Mali.
La obra de grandes geógrafos medievales como al-Bakri y al-Idrisi transmite una información muy valiosa acerca de estos núcleos urbanos.

Al-Bakri (siglo XI) fue un historiador y geógrafo andalusí. Nació en Huelva y ha sido conocido por su obra Libro de los Itinerarios y de los Reinos. A pesar del gran detalle con el que describe cada ciudad, pueblo y tribu, nunca estuvo en el norte de África, por lo que escribió su libro gracias a la información tomada de textos anteriores, así como de fuentes orales de individuos que sí estuvieron allí.
Al-Idrisi (siglo XII), en cambio, sí visitó el norte de África, además de la península ibérica y Oriente. Este geógrafo y cartógrafo ceutí realizó múltiples viajes que le permitieron recopilar gran cantidad de información y escribir libros de tal calidad, que le convirtieron en uno de los autores más destacados de su tiempo en este campo. Es conocido por su obra Libro de Roger, en honor al rey Roger II, para quien al-Idrisi trabajó mucho tiempo.
La llegada del islam al norte de África se produjo en el siglo VII. Esta religión facilitó un acercamiento entre la civilización mediterránea y Oriente Medio. Y también trajo consigo grandes cambios que afectaron a la forma de vida de toda la población que allí vivía. El bilad al-sudan representaba uno de los extremos del mundo conocido, por lo que el islam tardó más tiempo en llegar a la región. Asimismo, los textos describen Ghana como uno de los mayores reinos paganos que existían en aquella época.
Finalmente, gracias a las rutas caravaneras, que utilizaban en su mayoría los bereberes, el islam consiguió abrirse paso hasta el fin del mundo. En muchas ocasiones, la conversión al islam del pueblo era meramente nominal ya que, al convertirse el soberano, se sobreentendía que sus súbditos también lo hacían.
Aunque la religión sí consiguió abrirse camino con el paso del tiempo en muchos grupos de población, la lengua árabe solo consiguió calar en los grupos sociales con una educación superior. Pese a ello, muchas palabras de origen árabe se han ido asentando, con el paso del tiempo, en algunas lenguas africanas y se mantienen en la actualidad.
Cabe destacar que, en el Imperio de Ghana, la llegada del islam no supuso un cambio tan brusco para su población ya que, aunque aceptaron esta nueva religión, las antiguas tradiciones siguieron presentes. Además, fue uno de los territorios en los que más tarde se introdujo el islam, ya que hasta el año 1076 no llegó a la población, como se mencionará enseguida.
Son muchos los autores que han escrito sobre estas remotas tierras. Se dice que era una región lejana y llena de bárbaros, además de una tierra de abundancia y riqueza.
Muchos son los mitos y leyendas en torno a la creación de este gran Imperio, que podría haber surgido en torno al año 300
Según las fuentes, esta lejanía habría sido la responsable, en cierto modo, de la falta de control efectivo de estas tierras por parte de los gobernantes islámicos a los que pertenecían, al menos nominalmente.
Gracias a las obras de autores como al-Bakri y al-Idrisi, se ha podido reconstruir, en parte, la historia del gran Imperio de Ghana, cuya importancia reside en las exportaciones que realizaban tanto de sal como de oro. Tales eran las cantidades de oro que se destinaban al comercio, que surgieron en torno a éste multitud de leyendas.
El Imperio de Ghana es la primera de las grandes entidades políticas del bilad al-sudan. Es interesante destacar en este punto la etimología del nombre. Son varias las teorías acerca del origen de este vocablo. Algunos expertos creen que deriva de la palabra árabe ghani, que significa rico. Otros, por el contrario, creen que deriva del término árabe al-ghaba que significa bosque o vegetación, ya que se dice que en los alrededores de Ghana se encontraban amplios bosques.

Muchos son los mitos y leyendas en torno a la creación de este gran Imperio, que podría haber surgido en torno al año 300. Entre las leyendas soninkés, está la del personaje fundacional, Kaya-Maya. Historiadores y arqueólogos no han podido aún establecer cuál era la ubicación de su capital; una de las hipótesis es la de que esta fuera Kumbi Saleh, ubicada a 300 km al norte de Bamako y a 400 km al oeste de Tombuctú.
Según las fuentes, este imperio habría estado gobernado por un rey que ostentaba tanto el poder político como el religioso. Para gestionar su reino habría contado con la ayuda del Gran Consejo del Rey, un comité formado por notables. Se trataba de un imperio monoteísta que creía en Wagadu, el Dios Serpiente, quien, según cuenta la leyenda, solo se mostraba a sus fieles el día de la coronación del rey. Para mantener contento a su dios, cada año, y según la tradición, la joven más bella del reino era sacrificada en su honor.
A pesar de todas esas riquezas y ese paganismo que lo caracterizaban, apenas se tuvieron noticias del Imperio de Ghana hasta el siglo IX, cuando se produjo el primer ataque bereber. Fue en el año 990 cuando los bereberes tomaron la ciudad de Awdagost. Desde la conquista, esta ciudad dejó de ser uno de los enclaves comerciales de mayor relevancia del Imperio de Ghana.
Esta gran urbe se encontraba al norte del bilad al-sudan y estaba habitada por miembros de la tribu de Sanhaya, importante comunidad bereber del norte de África que, según los genealogistas, es una de las siete grandes tribus pertenecientes a la rama de los Baranis, uno de los dos grupos de tribus bereberes.
Posteriormente, en el año 1054, Awdagost pasó a manos de los almorávides, que decidieron atacar al rey de Ghana. Fueron 15 años de enfrentamientos en los que, lejos de perder influencia, el Imperio almorávide continuó siendo el más poderoso del Mágreb Occidental, según testimonian los historiadores. Pese a ello, el líder almorávide Abu Bakr Ibn Umar estableció allí su dominio en 1076. Con la llegada del nuevo gobierno, todos los habitantes que no se convirtieron al islam fueron masacrados. Muchos de ellos escaparon a países vecinos para poder huir de este gobierno. La muerte de Abu Bakr Ibn Umar poco tiempo después, en el año 1087, les permitió recuperar su independencia.
Sin embargo, ello no impidió que, de manera progresiva, se iniciara el declive de su hegemonía debido, fundamentalmente, a la pérdida de gran parte de sus riquezas. Su final político acaeció como tal en el año 1202, cuando se fraccionó territorialmente. Dicha división provocó que en el año 1224 se produjera un éxodo masivo bajo el mando del jerife y regente de la ciudad de Meca, en dirección a las rutas caravaneras que desembocan en el sudeste de Mauritania. En el año 1240, ya no quedaba nada del Imperio del Oro.
Una característica propia de los historiadores y geógrafos árabes son sus meticulosas descripciones. En esta ocasión, sin embargo, la detallada descripción de al-Bakri se limita a la repetición de lo que varios autores han podido identificar como un topos, destinado a reforzar la idea de que los musulmanes establecidos en el bilad al-sudan no tenían ningún contacto con la población pagana: se trata de la idea de las «ciudades dobles», las capitales de los distintos reinos del bilad al-sudan, donde el río separa la parte de la ciudad donde viven los musulmanes, para que no pueda caer sobre ellos la acusación de vivir en país de infieles.
El territorio que se correspondía con el Imperio de Ghana ha quedado dividido entre la República de Mauritania y la República de Mali
La primera de ellas pertenecía a los musulmanes que allí vivían. En su interior albergaba 12 mezquitas a las que la población acudía a rezar. La segunda se encontraría a seis millas de distancia y era conocida como la Ciudad Real, ya que en ella vivía el soberano y su familia, en el interior de un castillo. Alrededor del mismo, formando un muro en torno a él, se encontraba un conjunto de cabañas hechas de piedra y de tejados redondeados.
Al ser un imperio tan rico, el soberano recibía multitud de visitas de altos mandatarios procedentes de diferentes reinos. Por este motivo, cerca del palacio había una mezquita para que todos aquellos invitados del soberano que fueran musulmanes tuvieran un lugar en el que rezar.
En la actualidad, el territorio que se correspondía con el Imperio de Ghana ha quedado dividido entre la República de Mauritania y la República de Mali.

El movimiento almorávide es considerado responsable de una fuerte profundización en la adopción del islam en la región del Sahel, incluyendo el territorio que ocupa actualmente la República de Mauritania. Aún con la llegada de esta religión, las relaciones tribales y la cohesión entre las propias tribus seguían siendo de vital importancia. A la cabeza de estas tribus, se encontraban los bereberes Lamtuna, pertenecientes a la rama de los Sanhaya; esta tribu llevaba una vida nómada y se desplazaba por la región del oeste del Sahara. Allí, especialmente a partir del siglo XI, tuvieron gran protagonismo en la lucha por el poder que se estaba produciendo. Esto les convirtió en la tribu líder en aquel territorio occidental del Sahara durante varios siglos.
En cuanto al territorio ocupado por la actual República de Mali, la presencia del islam continuó acrecentándose en los distintos grupos sociales a medida en que las distintas entidades políticas fueron sucediéndose.
A través de los textos de autores como al-Bakri y al-Idrisi, se puede apreciar la importancia del Imperio de Ghana por todas las rutas caravaneras que lo atravesaban, las cuales permitieron el gran desarrollo del comercio de sal y oro. A pesar de que todavía se desconocen muchos aspectos de la historia y del ámbito sociocultural de la región, gracias a ellos y a otros autores, podemos hacernos una idea bastante aproximada sobre la geografía y la evolución de estos territorios.
Para saber más
—Conrad, D., Fisher, H. (1982). «The conquest that never was: Ghana and the Almoravids, 1076». I y II. History in Africa, 9.
—R. O., Collins y J. M., Burns (2007). A History of Sub-Saharan Africa. Cambridge: Cambridge University Press.
Muy buen trabajo de investigación.