Ante todo, José Ramos es un investigador, un arqueólogo de una talla incontestable. Pero también es un profesor apreciado por sus estudiantes, algo que, sin duda, dice mucho de su capacidad didáctica y, por supuesto, de su carácter. Ser una eminencia en un campo concreto no es siempre sinónimo de capacidad comunicativa. Pero, en el caso de José Ramos, ambas cosas van de la mano.
Algunos de sus libros son considerados como obras de consulta esencial, como Europa Prehistórica: Cazadores y recolectores. En todo caso, también sus artículos académicos han tenido una amplia difusión y repercusión. Se le considera un influente arqueólogo, especialmente por sus trabajos en el norte de África y en diversos puntos de Europa.
Uno de los retos de su campo, en el que está tratando de hacer aportaciones, es el del paso del estrecho de Gibraltar desde África hacia el sur de Europa por las sociedades paleolíticas en diversos momentos del Pleistoceno.
Gala Yagüe Narváez—¿Se considera un apasionado de su trabajo?
José Ramos—Sí. Me dedico a la arqueología prehistórica desde joven. La base de mi vocación ha sido la curiosidad, el deseo de aprender y de conocer el pasado para comprender el presente y reflexionar sobre el futuro. Me gusta mi trabajo y soy un afortunado por dedicarme a una profesión que me da grandes satisfacciones.
GY—¿Por qué eligió la prehistoria?
JR—Desde joven me familiaricé en la Axarquía de Málaga con el estudio de los yacimientos con tecnología prehistórica. Posteriormente fue la dedicación y participación en proyectos de arqueología prehistórica lo que iría definiendo y madurando mis intereses de estudio. También fue decisivo el unir mi vocación profesional con una forma de entender el pasado y pronto intenté fusionar ambas inquietudes.
GY—¿Cómo fue el camino hasta su posición actual de catedrático?
JR—Tuve la fortuna de que, en mi tierra de origen, Torre del Mar (Málaga) excavaba el Instituto Arqueológico Alemán en los años 70 del siglo pasado, y me pude integrar muy joven, en las excavaciones dirigidas por los profesores Dr. Hermanfrid Schubart y Dr. Oswaldo Arteaga en los yacimientos de Toscanos y Cerro del Mar. Esto me permitió tener a verdaderos maestros en mi etapa inicial de formación. Estudié en la Universidad de Málaga la Licenciatura de Historia.
La otra gran suerte de mi vida profesional fue poder encontrar a otro verdadero maestro, como director de mi tesis doctoral: el profesor Dr. Enrique Vallespí en la Universidad de Sevilla. Con él aprendí de industrias líticas prehistóricas y especialmente un valor social y humano de los estudios históricos.
La continuidad posdoctoral en el Proyecto Porcuna con el profesor de la Universidad de Sevilla, Dr. Oswaldo Arteaga, fue también clave en mi formación. En éste se articuló un potente equipo de jóvenes investigadores, en los años 80 y primeros 90. Este proyecto tenía una dimensión diacrónica de carácter histórico, económico y social de la campiña de Jaén. Para mí fue decisivo. Posteriormente pude ganar una plaza de profesor en la Universidad de Cádiz en 1988 y he desarrollado aquí mi carrera académica. En estos años he compaginado la docencia con la investigación. He participado con diferente grado de implicación y dirigido proyectos de investigación, centrados básicamente en los estudios de sociedades prehistóricas.
Realmente ha habido y hay mucho trabajo y el camino ha sido muy duro: participación en campañas de prospecciones, de excavaciones, la asistencia a congresos, reuniones científicas y estancias de estudio en universidades nacionales e internacionales. Todo ello sin la ayuda de mi mujer no hubiera sido posible.

GY—Ha trabajado en numerosas excavaciones. ¿Qué cambios ha notado durante su carrera con respecto a la financiación del trabajo arqueológico?
JR—Tradicionalmente, en España se ha dependido de la financiación de las administraciones públicas para los proyectos de investigación arqueológica. Nuestro país dedica a la ciencia mucho menos que otros países de nuestro entorno. Esto dificulta la tarea de investigación, en general en todos los campos del conocimiento y se agrava en las humanidades y, de forma concreta, en el campo de la arqueología prehistórica. El contraste con compañeros de otros países con los que trabajo es flagrante. Falta apoyo de las administraciones, faltan becas predoctorales para jóvenes en formación y faltan contratos postdoctorales, etapa clave en la continuidad de los investigadores. Sigue siendo necesaria una auténtica política de Estado que se implique con la ciencia y la investigación. Es evidente que ha habido muchos avances técnicos, pero siguen faltando apoyos oficiales.
GY—También ha dirigido proyectos de investigación y varias tesis doctorales. ¿Cuál es el principal reto del Investigador Principal y del director de tesis?
JR—Desde mis comienzos comprendí la importancia que tiene para un equipo de investigación la participación de miembros de varias generaciones. Si a la experiencia y madurez de los veteranos se une la fuerza y la ilusión de la juventud, tendremos grupos dinámicos y activos. Con lo anterior quiero indicar la importancia que tiene la idea de equipo, creo que en general en la ciencia, pero en la especialidad que conozco bien, la arqueología prehistórica, es fundamental el trabajo coordinado, colectivo, con distribución clara de tareas y objetivos. El Investigador principal realmente debe coordinar conocer todas las tareas que se realizan, desde la excavación en el campo, el registro, la toma de datos, el dibujo, la descripción de los objetos y productos arqueológicos y la valoración funcional y socioeconómica de los mismos. Y también, lo que es muy importante, la actividad de distribución de los productos arqueológicos entre los especialistas. Hoy hay una arqueología científica que necesita colaboración con geólogos, biólogos, palinólogos, químicos y físicos, entre otras especialidades. Las analíticas son necesarias y requieren de la coordinación de un responsable de grupo que debe dar sentido histórico a esas colaboraciones.
Por su parte, el director de tesis debe transmitir al doctorando ilusión por el trabajo emprendido. Es necesario demostrar conocimiento y dominio de la materia. Ello da confianza y seguridad al joven investigador. Es fundamental mostrar la metodología a seguir. Con la tesis doctoral se pretende formar nuevos especialistas, que sean capaces de generar nuevos conocimientos.
GY—Una de sus líneas de trabajo es la arqueología social. ¿Podría explicarnos qué es?
JR—Desde la arqueología social se aspira a conocer el cambio histórico desde la perspectiva de la «producción» y «reproducción». Se interesa por el trabajo, el uso de los objetos, las relaciones sociales y económicas de las poblaciones prehistóricas o el papel de la mujer y del hombre en la división del trabajo. También por las implicaciones en las actividades de niños, adultos y ancianos, así como por aspectos de la vida cotidiana.
GY—En el Campo de Gibraltar [desde donde se edita esta revista] cada vez hay más conciencia sobre la importancia del arte rupestre del extremo sur peninsular. ¿Podría darnos su punto de vista sobre cómo deberían encaminarse las acciones para su conservación y puesta en valor?
JR—La comarca del Campo de Gibraltar tuvo importantes investigadores pioneros en los estudios del arte prehistórico, como Henri Breuil, Hugo Obermaier, Juan Cabré o Eduardo Hernández-Pacheco, con destacadas publicaciones en las dos primeras décadas del siglo pasado. Una historia de la investigación que ha tenido altibajos, pero una continuada atención en las últimas décadas y necesita una reflexión profunda, que excede claramente los límites de esta entrevista.
En primer lugar, hay que inventariar el legado de más de 300 cavidades existentes, entre Algeciras y Ronda (en sentido norte-sur) y entre Medina-Sidonia y la provincia de Málaga (este-oeste). Es decir, el arte se documenta en las unidades de las formaciones del Aljibe, en abrigos de arenisca y en las cuevas calizas del Jurásico, situadas más al norte.
Por otro lado, la vegetación está sufriendo una grave enfermedad, la seca, que afecta de manera directa a la conservación de muchas cavidades, pues el alcornocal era una verdadera pantalla de protección de muchos abrigos que hoy se ven afectados. Otro problema ha sido el vandalismo que ha ocasionado la destrucción de motivos en algunas cuevas, pues se han llegado a hacer fuegos en cavidades, a pintar y grabar encima de los motivos prehistóricos pintados. Para superar estos problemas es fundamental una cooperación entre las instituciones implicadas.
En arqueología prehistórica se deben articular tres aspectos básicos: investigación, conservación, socialización.
Para la investigación de base, hay que partir desde una visión teórica-metodológica definida. También es fundamental que esté vinculada a una arqueología científica interdisciplinar. Esta fase debe ir ligada a proyectos, debidamente autorizados por el organismo competente en esta tarea, que en esta región es la Junta de Andalucía.
Es básico articular la conservación, también unida a proyectos, asociados a propuestas institucionales, que deben partir de la Junta de Andalucía, los Ayuntamientos y entidades comarcales, como en este caso, Mancomunidad de Municipios del Campo de Gibraltar e Instituto de Estudios Campogibraltareños. No soy partidario del vallado de las cavidades, pero en algunos casos este tipo de protección resulta necesario.
Vemos fundamental el tercer aspecto, la socialización. Se trata de una difusión popular de los resultados obtenidos por los equipos de investigación. En la educación y el conocimiento están las bases del respeto y conservación del patrimonio arqueológico.
Para todo es necesaria una política cultural que empiece en la escuela para educar a los niños sobre el cuidado y defensa de este rico patrimonio. También en algunos municipios se podrían programar centros de recepción, desde donde pueden partir rutas de un número reducido de visitantes guiados por un experto, para mostrar este impresionante patrimonio a las personas interesadas.

GY—¿Cree que a nivel general la prehistoria está suficientemente valorada?
JR—La sociedad en general ha recibido un enfoque monumental de la arqueología, donde se han valorado especialmente las culturas y yacimientos que se han vinculado con la idea de «civilización o alta cultura»: palacios, villae, esculturas, monedas, etc. Para una mejor valoración de los yacimientos prehistóricos, en España ha sido decisiva la contribución del equipo de Atapuerca, que ha llegado a demostrar la importancia de las etapas del Paleolítico en amplios sectores de la sociedad. Una buena investigación de base y una cuidada profesionalización en la difusión ha llegado a calar en personas interesadas en la Arqueología.
El trabajo de otros grupos ha elevado el interés y reconocimiento por los estudios sobre la Prehistoria que se realizan en nuestro país, tanto de sociedades cazadoras-recolectoras paleolíticas, agropecuarias neolíticas, como de sociedades ya estatales de la prehistoria reciente, que han sido desarrollados por equipos universitarios interdisciplinares.
GY—¿Qué le parece que se compare a alguien que no vive en las tendencias modernas o que es un ‘bárbaro’ con los neandertales?
JR—Sobre los neandertales ha habido una visión peyorativa, basada en la complicada historia de la explicación de la evolución humana. Se les consideró como salvajes y atrasados. Hoy sabemos que están muy próximos a grupos más evolucionados, como los Homo sapiens sapiens, que son ancestros de la humanidad actual. También sabemos que la explicación evolutiva es más compleja que lo que se conocía hace apenas 20 años (por ejemplo, hace 50.000 años convivieron varias especies: neandertales, Homo erectus, denisovanos, Hombre de Flores y Homo sapiens sapiens).
Hoy se tiene constatado que los neandertales comparten con la humanidad actual gran parte del código genético, que realizan decoraciones corporales o que tienen pendientes y elementos decorativos. Que utilizan recursos marinos (peces, moluscos) y que tienen cierta especialización en determinadas especies en la caza. Además, en estudios recientes por el empleo de U/th (uranio-thorio) en cuevas como Ardales (Málaga), Maltravieso (Cáceres) o La Pasiega (Santander) se han obtenido cronologías más antiguas que 60.000 años, sobre capas de espeleotemas superpuestos a manifestaciones artísticas de estos grupos humanos.
Sabemos también que desarrollan una precisa y eficaz tecnología que les sirvió en su vida cotidiana durante milenios. Esta visión negativa de los neandertales está cambiando drásticamente como consecuencia de estas últimas investigaciones.
GY—¿Cuáles diría que son los grandes retos actuales de su disciplina?
JR—Puedo mencionar algunos de ellos, si los centramos en la región geohistórica del estrecho de Gibraltar. Los recientes estudios de una arqueología interdisciplinar y científica pueden permitir avanzar en:
- El planteamiento del paso del estrecho de Gibraltar por sociedades paleolíticas desde África en diversos momentos del Pleistoceno.
- La fijación de una correcta cronosecuencia del Paleolítico con un mejor conocimiento del medioambiente y recursos explotados por estas sociedades (fauna terrestre y marina, vegetación…).
- El conocimiento antropológico de los primeros pobladores.
- La continuidad de estudios sobre las sociedades neandertales. Su antropología, prácticas sociales, modos de vida, control del territorio, tecnología, realización de expresiones gráficas y artísticas.
- La mejor definición del tránsito de neandertales a modernos.
- La fijación de la secuencia de las culturas del paleolítico superior.
- El tránsito a la economía agropecuaria y a las sociedades tribales neolíticas.

GY—¿En qué proyectos está ahora embarcado o cuáles tiene previstos próximamente?
JR—Trabajo en un proyecto en Cueva de Ardales (Ardales, Málaga) y Sima de las Palomas (Teba, Málaga), con autorización de la Junta de Andalucía. Se trata de un proyecto hispano-alemán, en codirección con el Dr. Gerd-C. Weniger (Neanderthal Museum). Estudiamos unas importantes secuencias paleolíticas que cubren un marco temporal, desde hace más de 60.000 años hasta las sociedades neolíticas que ocuparon los valles del interior de Málaga.
Continúo estudios en el norte de África, en el Proyecto Benzú, con autorización de la Ciudad Autónoma de Ceuta, y codirección con el Dr. Darío Bernal (Universidad de Cádiz). En Benzú estamos desarrollando diversas líneas y estudios que muestran las similitudes tecnológicas, culturales y los modos de vida, de las sociedades de las dos orillas del estrecho de Gibraltar, tanto en el paleolítico como en el neolítico.
Desarrollo estudios de arte y poblamiento de las sociedades cazadoras-recolectoras paleolíticas y tribales comunitarias neolíticas especialmente en Cádiz, en el marco de varias actividades autorizadas por la Junta de Andalucía.
Todos estos trabajos se enmarcan en un Proyecto de investigación de I + D: HAR2017-87324-P, titulado: «Análisis de sociedades prehistóricas (del Paleolítico medio al Neolítico final) en las dos orillas del estrecho de Gibraltar. Relaciones y contactos», financiado por la Agencia Estatal de Investigación del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.