Según nos explica Xabier Arrizabalo, profesor titular de la Universidad Complutense de Madrid, el principal motivo de la entrevista realizada a Esteban Volkov, nieto de Trotsky, era fundamentar a través de su testimonio directo el carácter de burda manipulación histórica que constituye la serie Trotsky, producida por la cadena estatal rusa RT y difundida internacionalmente por la multinacional estadounidense Netflix. Su manipulación de los hechos se verifica en particular en la manera de tratar el asesinato de Trotsky, como le explicó con detalle Esteban Volkov, revelando así la orientación falaz en que se asienta toda la serie.

Jesús de Blas—¿Qué sensación tuvo al presentar el trabajo sobre la Revolución rusa nada más y nada menos que en la casa donde vivió sus últimos años el que fuera presidente del Soviet de Petrogrado en octubre de 1917, luego Comisario de Asuntos Exteriores encargado de firmar la Paz de Brest-Litovsk en marzo 1918 con el mando alemán y que después dirigió el Ejército Rojo durante la guerra civil conduciéndolo a la victoria sobre los blancos?
Xabier Arrizabalo—Fue muy emocionante porque suponía presentarlo en un lugar con un enorme significado histórico para el propio desarrollo de la revolución. Fue un verdadero honor para mí. Además fui acogido de forma muy generosa y hospitalaria por los responsables del museo. De hecho la directora, Gabriela Pérez Noriega, también participó en la entrevista junto a Esteban, el nieto de Trotsky.
JB—En relación a la entrevista y en lo que se refiere a la serie de RT y Netflix ¿qué le explicaron Esteban Volkov, el nieto de Trotsky, y la directora del museo?
XA—Era fundamental aclarar algunas cuestiones sobre esto que no sé si llamarlo serie, película o más bien directamente provocación, por lo que se explica en la declaración que impulsaron desde el Museo Casa León Trotsky y de la que yo también soy firmante, junto a otros muchos militantes del movimiento obrero, intelectuales y personalidades democráticas, etc. Una provocación que viene del entorno de Putin y que conecta con el intento histórico de querer callar a Trotsky, después de no haberlo conseguido ni siquiera asesinándolo. Por eso de nuevo la manipulación y la calumnia.

Los realizadores de la serie contactaron con el museo, pero no aceptaron ninguna de las consideraciones que se les hacía desde el Museo Casa León Trotsky; consideraciones que no estaban situadas en el terreno de la opinión, sino en el de los hechos contrastados. Como nos explicó Gabriela Pérez Noriega, la directora del museo: «la idea que ellos tenían era precisamente filmar aquí acerca del proyecto del centenario de la Revolución rusa. Se les solicitó primeramente que fuera una cuestión totalmente sin fines de lucro, lo que fue un primer impedimento puesto que no era éste su propósito. Pero se facilitó y no hubo problema en esta dirección, pero se les hizo énfasis en que no se apegaba en nada a la verdad histórica. Entonces ellos se retiraron y contactaron con una empresa productora mexicana, que vino tratando de hacer el mismo convencimiento y nosotros les volvimos a recalcar la idea de que tenían que modificar el guion. Obviamente no se llegó a ningún acuerdo y finalmente, después de un año, regresó esta empresa productora mexicana diciendo que querían apoyo para demandar a la empresa que había realizado esa serie (Netflix). Evidentemente, nosotros no intervinimos en ello. En esos momentos teníamos una estupenda relación con el embajador de Rusia, quien nos hace la traducción de la guía oficial del museo que tenemos en ruso. Entonces, desconocemos los términos del contrato y demás; evidentemente es RT quien está detrás de esto».
Es muy interesante lo que nos contó Gabriela porque no es solamente el contenido de la serie sino incluso el procedimiento lo que es contrario a las prácticas correctas del terreno periodístico, documental o incluso cinematográfico.
Volkov: «tienen miedo a las ideas de Trotsky»
Sobre los aspectos más destacados en cuanto a la manipulación histórica que se hace de la figura de Trotsky en la serie, Esteban Volkov nos señaló: «yo sólo he visto el primer capítulo y me di cuenta de que el anodino y vulgar personaje que presentan ahí, supuestamente como Trotsky, está a millones de años luz de mi abuelo, a quien yo conocí personalmente. Uno de los hechos que realmente es una falsificación monstruosa es la cuestión del asesinato. Es uno de los acontecimientos que han sido descritos con más claridad y certeza por la justicia y la policía de México y que no tiene pero. A los pocos días del asesinato, aquí en el jardín de la casa, se hizo la reconstrucción del asesinato. Un renombrado detective de la policía secreta de México, Jesús Vázquez, se sentó en una silla haciendo el papel de Trotsky y el propio asesino, alias Jackson (Ramón Mercader), con un periódico enrollado en la mano derecha mostró cómo le pegó a Trotsky desde atrás en la cabeza. Y en esta serie presentan la versión que tanto quería Stalin que el gobierno mexicano adoptara, de que el asesinato había sido en un pleito cara a cara con un partidario decepcionado y descorazonado de Trotsky. Y, finalmente, esos dos rusos [Alexander Kotts y Konstantin Statsky, directores de la serie] logran cumplir los deseos de Stalin. Y no sólo eso, sino que a ello le agregan una maraña de monstruosidades y cosas absurdas. Lo inconcebible es que una empresa como Netflix pueda difundir semejantes falsificaciones y aberraciones históricas, una absoluta irresponsabilidad».

JB—Sobre la cuestión del asesino de Trotsky y su entorno tengo entendido que ya hace unos años pudo recoger algún testimonio en una visita que hizo a Moscú en Rusia.
XA—Efectivamente, cuando en el año 1993 visité Moscú y por un pequeño problema burocrático tuve que ir al consulado español. Allí conocí a una «niña de la guerra», Josefina Iturrarán, de las que habían sido enviadas a Rusia el año 1937, ante el acoso franquista a Bilbao. Pude hablar mucho con ella y me contó una anécdota tremenda: la dirigente histórica más importante del Partido Comunista de España (Dolores Ibárruri, la Pasionaria) enfermó y la ingresaron en una clínica en Moscú. Estando mi amiga en esa misma clínica, un día tocaron su puerta y su sorpresa fue ver que era Ibárruri. Las dos se sorprendieron porque en realidad no iba a visitarla a ella. El caso es que cuando Ibárruri había llegado al hospital, había preguntado en la entrada por «la española» y le remitieron a mi amiga, pero en realidad iba a visitar a otra española, a Caridad Mercader, madre del asesino de Trotsky, a la que todavía la nomenclatura le seguía agradeciendo la criminal labor prestada.
Trotsky: «van a cambiar la pluma por la ametralladora»
En castellano solemos
utilizar una expresión muy famosa: «ladran, luego cabalgamos», que dijo Quijote
a Sancho, que quizás pueda reflejar lo que está ocurriendo, ¿qué
intencionalidad puede tener hoy todo ese aparato de Estado en falsificar la
figura de Trotsky (Putin procede del KGB)? Sin embargo. Esteban Volkov
comentaba antes de comenzar la entrevista que, paradójicamente, la serie puede
hacer un favor en el sentido de que, apoyándonos en la verdad histórica, nos
insta a reforzar la reivindicación de la figura de Trotsky y todo su legado
frente a esta provocación. Y señalaba: «tienen miedo a las ideas de Trotsky. En
un momento en el que tienen vigencia, puede ser el faro que dirija un retorno
al socialismo. Así, como país capitalista quieren evitarlo a todo
precio, claro».
JB—Usted que ha trabajado y escrito sobre la Revolución rusa, ¿por qué cree que se produce este burdo intento de manipulación histórica en la serie televisiva que hemos comentado?
XA—La figura de Trotsky está entre las que probablemente sean las cinco figuras históricas más importantes de la historia del movimiento obrero. Dos son alemanes (Marx y Engels) dos rusos (Lenin y Trotsky, éste nacido en la actual Ucrania) y una polaco-alemana (Rosa Luxemburgo). Yo soy profesor de economía y hoy, para poder explicar la economía mundial actual, me tengo que apoyar en categorías teóricas formuladas por Trotsky como la del desarrollo desigual y combinado, por ejemplo. Porque no podemos entender y caracterizar una realidad mundial que se presenta de forma tan convulsa y contradictoria sin este concepto. Lo mismo con la noción de imperialismo de Lenin, etc. Pero hay otra dimensión de Trotsky que a mí me llama la atención, que era su sensibilidad ante todo lo humano. Es decir, alguien que conocía el psicoanálisis (que apenas estaba dando sus primeros pasos), que además tenía un conocimiento enciclopédico de la literatura universal y un largo etcétera. Y algo muy interesante para mí, su elegancia, no aparece en ninguna foto desaliñado o mal vestido. Él lo explicaba bien en relación con la vida cotidiana en la experiencia soviética (en el texto titulado precisamente Problemas de la vida cotidiana y en otros), en cuanto a la importancia de lo que yo llamaría civilización, defendiendo que no se escupiera en la calle, que se mantuvieran cuidadas y limpias las herramientas, contra el uso abusivo de las palabras malsonantes, etc.
En relación a estos aspectos más personales de Trotsky Esteban me señalaba: «El Trotsky que yo conocí era un personaje de una inteligencia excepcional y una persona de una sencillez asombrosa. Muy cálido, muy compañero, muy solidario siempre con los camaradas del entorno, muy presto siempre a enseñarles y explicarles todos los aspectos políticos del marxismo. Y, aparte tenía también un gran sentido del humor, lo que creaba un ambiente muy cálido, muy grato en su entorno. Era un gran admirador del trabajo humano, donde no admitía distingos ni privilegios de ninguna clase. Tan así que, aquí mismo en la casa cuando había que hacer cosas desagradables, romper un drenaje o la fosa séptica, él personalmente llevaba a cabo ese trabajo. O cuando en sus búsquedas de cactáceas [cactus] por las sierras de Hidalgo, a horas de camino de México, había que desenterrar los ejemplares con zapapico o con barretas y luego cargarlos sierra arriba o abajo hasta donde estaban los coches, él personalmente cargaba las herramientas o las cactáceas [cactus]. Dominaba muy bien el alemán, el francés perfectamente y más o menos el inglés. Y también aprendió el español rápidamente. Le interesaba mucho charlar con los campesinos, con la gente del pueblo y del campo. Conocer sus problemas y su modo de vida, adentrarse en su existencia cotidiana»

JB—Siguiendo con la obra de Trotsky, ¡tan abundante! Usted que se ha adentrado tanto en ella, al igual que en la de Lenin y otros autores soviéticos como Preobrazhenski, Riazanov, Piatakov, Zinoviev, Bujarin, etc. ¿qué quisiera subrayar sobre ella?
XA—¡Qué bien escribía! De hecho, su vocación original, como él mismo relata en Mi vida, era ser escritor. En la vida se encontró con la necesidad de la revolución, pero escribía muy bien. El prólogo de su Historia de la revolución rusa es, tanto desde el punto de vista literario como metodológico en relación con la disciplina de la historia, una verdadera obra maestra. Y no lo digo por pasión militante sino porque se constata en los hechos objetivos. Como me decía Esteban: «Historia de la revolución rusa es una de las obras magnas, reconocida a nivel internacional». De hecho, ya en su juventud, le pusieron el sobrenombre de La Pluma, por la elocuencia con la que se expresaba.
Trotsky herido de muerte: «no lo maten, debe hablar (…) alejen al niño»
JB—¿Cómo fue la llegada de Esteban Volkov a México?
La llegada de Esteban a México a la casa de sus abuelos fue accidentada, me contaba que: «aquí yo llegué en agosto de 1939, vine de Francia con el matrimonio Rosmer, muy antiguas y estrechas amistades de los abuelos, los que me trajeron aquí. Y sí, fue un gran cambio. La vida en París no era muy grata, viví con la viuda de León Sedov [tío de Esteban], que murió, seguramente envenenado, en una clínica llena de agentes soviéticos, y Jeanne [mujer de León Sedov], que era una mujer muy deprimida, devastada por la pérdida de su compañero y la convivencia con ella no era nada fácil. Y de repente, me viene a buscar ese matrimonio, Jeanne me tenía escondido allá en los Vosgos, cerca de la frontera alemana, con una amistad de ella… quería evitar que mi abuelo me pudiera recoger y hacer valer su patria potestad. Pero finalmente sí me localizaron y con una orden judicial me recogieron y me enteré entonces de que iba a México. De hecho, la guardería donde yo estaba, una especie de hostal para niños, se llamaba Rayon de soleil, Rayo de sol, y realmente sí, en este momento sí se me abrió un rayo de sol, saber que iba a salir de ahí y una nueva vida allá en México. Muy afortunado, muy afortunado. Y llegamos aquí en agosto del 39, a una gran familia, con mis abuelos. The old man, que le decían los camaradas, rodeado de jóvenes, la mayoría extranjeros. Es bueno destacar ese punto. León Trotsky y los camaradas optaron por tener por secretarios y ayudantes a extranjeros, para no dar motivo a que lo acusaran de que se inmiscuía en política mexicana, que era una condición sine qua non del asilo que le otorgó el general Lázaro Cárdenas; que como cualquier extranjero que entra de refugiado en México no tenía derecho a inmiscuirse en política mexicana. Y obviamente Trotsky siguió esa norma».
Continuó Esteban señalándome que: «en agosto de 1940 toda la prensa estalinista que continuamente agredía, calumniaba, difamaba al abuelo, con Lombardo Toledano a la cabeza, repentinamente intensificó esa campaña al máximo, al paroxismo. Y cuando el mismo abuelo observó ese hecho, su comentario fue: por lo visto los periodistas están a punto de cambiar la pluma por la ametralladora. Y así sucedió el 24 de mayo cuando David Alfaro Siqueiros, con una veintena de estalinistas, asaltó la casa en la madrugada y ametrallaron profusamente la recámara donde dormía el abuelo en la casa. Que milagrosamente se salvaron gracias a los rápidos reflejos de Natalia que a los primeros disparos tiró al abuelo al piso y lo empujó hacia el más oscuro rincón de la recámara. Yo estaba en la recámara de al lado y también me tiré al piso y me encogí en el rincón, también dispararon sobre la cama donde yo estaba toda la carga de una pistola automática y sí alcancé a recibir un impacto de bala en el pulgar del pie derecho. Me abrió el dedo».
Volkov: «nuestra mayor misión es restablecer la verdad histórica, tan falsificada»
Para Volkov: «es difícil describir el grado de alegría y euforia del abuelo, al poco tiempo de que se retiraran los asaltantes, de haber sobrevivido a ese ataque de Stalin. Tan así que cuando en el día llegó uno de los jefes de la policía de Leandro Salazar no podía creer que Trotsky hubiera sufrido ese atentado. Lo que les facilitó mucho a los estalinistas para después lanzar su versión de que todo había sido un autoasalto, una cosa teatral que había organizado Trotsky. Y hasta sobornaron a las dos sirvientas de la casa y al oficial que estaba a cargo de la vigilancia externa, había un quiosco afuera de la casa con policías mexicanos, y el oficial Casas y las dos cocineras, comprados por los estalinistas, declararon en contra de la familia que la noche anterior se habían reunido hasta muy noche, que todos estaban muy nerviosos; en fin, apoyando para respaldar la versión del autoasalto. Pero el abuelo sabía que sólo le habían dado una tregua. La pregunta era por dónde vendría el siguiente atentado».

Me resaltaba Esteban la humanidad y al mismo tiempo sangre fría de Trotsky: «cuando sufrió finalmente el atentado del catalán, de Mercader, y se paró en el marco de la puerta que da del despacho al comedor, se le acercó rápidamente Natalia y nada más señaló con la mano al asesino, que estaba en un rincón inmovilizado por unos guardias, nada más dijo Jackson, como diciendo por ahí vino lo que esperábamos. Y hay dos hechos interesantes. Cuando anteriormente, antes de mi llegada a la casa, él les indicó a los guardias cuando oyó los quejidos del asesino, no lo maten, debe hablar. Y, posteriormente, cuando yo entré a la biblioteca, que estaba anexa al comedor y la puerta entreabierta, y él estaba en el piso, también indicó a los guardias alejen al niño, a Sieva, a mi nieto, no debe de ver esta escena. Ese detalle pinta de cuerpo entero la calidad humana del personaje, alguien herido de muerte que todavía se preocupa de no causar un trauma».
«Y fue llevado allá al Hospital de la Cruz Verde, Rubén Leñero se llamaba, en la calle Victoria, le operaron y todo, en presencia de Gustavo Baz, uno de los médicos más renombrados, que luego fue Rector de la UNAM, Secretario de Salubridad, Gobernador del Estado de México. Pero al otro día ya tuvo un paro cardíaco y falleció en la tarde del 21 de agosto de 1940. Cuenta Joe Hansen que todavía antes de fallecer le indicó estoy seguro del triunfo de la IV Internacional, adelante. Y eso tal vez es una tarea por llevar a cabo por los que siguen sus ideas (…/…) Aquí es un lugar histórico de gran valía, pues precisamente nuestra mayor misión es restablecer la verdad histórica, uno de los capítulos que han sido más alterados y falsificados. Sí estamos viviendo hoy un período en que las fake news, fake history es la cosa más usual y común que se emplea continuamente hasta para ganar elecciones de forma fraudulenta, simulando la imagen de democracia, de democracia burguesa».

JB—Usted ya había estado en el Museo Casa León Trotsky hace años, ¿es así?
XA—Estuve aquí en el año 1991, evidentemente fue emocionante por el contenido histórico del lugar. Regresé en alguna ocasión, pero me ha sido particularmente grato venir ahora y ver cómo precisamente lleva a cabo esa tarea de restablecimiento de la verdad histórica. Y yo añadiría, incluso, de mantener el legado con las publicaciones, las exposiciones o la difusión en general. Realmente hacen una tarea muy importante, porque Stalin quería borrar a Trotsky y creía que sería suficiente quitándole de las fotos con esa especie de antecedentes de los actuales programas de manipulación fotográfica digital, como el conocido Photoshop.
Sobre este aspecto Esteban me remarcaba que: «y no sólo borrar a Trotsky sino también destruir este lugar histórico. Hubo muchísimos intentos por aniquilar este espacio. En tiempos de Manuel Ávila Camacho como presidente y los que siguieron hubo muchísimos intentos de estalinistas infiltrados en el gobierno por convertir este espacio en una biblioteca, una guardería infantil, en una oficina del gobierno. Lo que fuera con tal de destruir el museo. Pero afortunadamente no lo lograron. Es más, el 24 de septiembre de 1982, el entonces presidente de México, López Portillo, declaró monumento histórico este lugar, nombrándome a mí como custodio (…) Hubo un hecho curioso, en el año 1965, cuando vivía yo con la familia, repentinamente llegó un abogado del gobierno, del departamento central, con quince camiones afuera, con una orden de lanzamiento de la familia. Según parece, el entonces presidente Díaz Ordaz, en un arranque de esos de furia que le daban, por el activismo político de estudiantes y profesores en la universidad, quiso dar un golpe de ciego y se le ocurrió cerrar el museo. Y sí, sí lo hizo, pero curiosamente, como tres meses después, nos volvieron a llamar para que volviéramos. No supieron qué hacer con el lugar, destruirlo no podían, un lugar de tanto renombre a nivel internacional. Entonces, un mal menor para el gobierno era que siguiéramos aquí y regresamos a la casa».
Esteban Volkov me apuntó que: «la primera ocasión en la que tuvimos visita de rusos, fue con el campeonato mundial de fútbol en México, 1986, en esa ocasión el equipo de fútbol ruso vino a visitar el museo». Lo que resulta muy interesante. Era la época de Gorbachov con la famosa perestroika y la glasnost, la figura de Trotsky, al contrario por ejemplo de la de Bujarin, nunca fue rehabilitada con Gorbachov. A lo que Esteban me apostillaba: «Nunca. Ni queremos que lo rehabiliten. Lo único que hemos pedido siempre es que anulen las falsas acusaciones existentes de los procesos. Hasta ahí».

JB—¿Qué sensación le queda de este encuentro-entrevista con Esteban Volkov?
XA—La verdad es que resultaba un placer escuchar a Esteban Volkov, me hubiera quedado días enteros escuchándole. Curiosamente, había hablado con Esteban por correo electrónico casualmente el día 8 de marzo (Día Internacional de la Mujer Trabajadora, de acuerdo con la propuesta de Clara Zetkin en 1910, en Copenhague, en la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas que luego Naciones Unidas, en 1975, pretendió renombrar como «día de la mujer» para eliminar su contenido de clase), cuando justo en la víspera yo había vuelto a ver la película El elegido en la que él aparece, aunque tampoco es una gran película, como me señalaba Esteban: «en El elegido hay muchas marihuanadas. Silvia Ageloff nunca fue secretaria del abuelo, nunca, nunca. Era una joven trotskista, cercana a los guardias, a los secretarios de aquí, pero nunca fue secretaria. La que fue secretaria fue Ruth, su hermana, Ruth Ageloff. Hizo muy buena labor en los contraprocesos de la Comisión Dewey. Y el abuelo tenía muy buena imagen de ella. Haber escogido a la hermana para pareja del agente de la GPU fue una cosa muy inteligente, muy acertada, aunque muy perversa…».
Me contaba también Esteban que: «es bueno destacar que cuando el abuelo se abocó al trabajo de hacer la biografía de Stalin, en realidad no le interesaba hacer esa obra. Él tenía mucho más interés en terminar la biografía de Lenin, de lo que ya había hecho en la juventud. Pero por razones económicas, de precariedad y carencia de recursos en la familia, pues tuvo que aceptar esa oferta, ese pedido de [la editorial] Harper & Brothers, que le iban a pagar una cantidad razonable por ese trabajo y se abocó a esa tarea. E indiscutiblemente que la realización de esta obra apresuró su asesinato, sin ninguna duda. Precisamente tres meses antes del atentado del 24 de mayo, dirigido por David Alfaro Siqueiros, entró un joven guardia en la casa, Sheldon Hart, que resultó ser un agente infiltrado de la GPU. Y según narra la secretaria, Fanny Yanovich, él continuamente le preguntaba cómo iba la biografía, qué tan avanzada estaba».
Volkov: «que anulen las falsas acusaciones de los procesos»
Además, el momento elegido era crucial porque en el año 1938 se creaba la IV Internacional y en el año 1943 Stalin liquidaría la III Internacional, ya completamente desvirtuada, degenerada, burocratizada, contrarrevolucionaria. Esta disolución corroboraba el acierto de Trotsky, la pertinencia de la creación de la IV Internacional, porque efectivamente la III había entrado ya en bancarrota, utilizando la expresión que tantas veces utilizó Lenin, por ejemplo, para referirse a la traición de la dirección de la II Internacional, específicamente en 1914, cerrando filas en cada país con sus burguesías imperialistas respectivas. Se verificaba la bancarrota de esa III Internacional estalinizada. Por eso Stalin lo que necesitaba era quitar de en medio la figura de Trotsky, debido a que sí había una continuidad con el año 1919, año de fundación de la Komintern en Moscú, pero obviamente no protagonizada por la Internacional estalinizada, sino por la IV Internacional, que se había creado en septiembre de 1938 en Francia, en Périgny.
JB—¿Quiere añadir alguna cuestión más?
XA—Sólo darle las gracias a usted y a la revista Descubrir la Historia por esta gran labor divulgativa que hacen y en particular por facilitar esta franca conversación. La entrevista completa a Esteban Volkov, de la que aquí he reproducido amplios párrafos, se publicará en La Verdad, revista teórica de la IV Internacional, que toma su nombre de la publicación fundada por el propio Trotsky en 1908 en Viena (Pravda en ruso) como periódico del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSDR), aunque previamente ya había existido un boletín obrero con ese mismo nombre, conocido y saludado por Trotsky. En 1912 pasó a ser la publicación de los bolcheviques dirigidos por Lenin. Y tras la Revolución de Octubre se convirtió en el portavoz principal del Partido Comunista bolchevique. Los opositores a Stalin retomaron su publicación a partir de 1929.

Para saber más
Xabier Arrizabalo (2018). Enseñanzas de la Revolución Rusa. Madrid: IME.
L. Trotsky (1972). Historia de la revolución rusa. París: Ruedo Ibérico.
P. Broué (1973). El Partido Bolchevique. Madrid: Ayuso.
Jean Jacques Marie (2009).Trotsky. Revolucionario sin fronteras. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
E. H. Carr (1979). La revolución rusa: De Lenin a Stalin 1917-1929. Madrid: Alianza.