Vestigios de viajes a Oriente en el Museo Arqueológico Nacional

¿Por qué el Museo Arqueológico Nacional tiene en su sala dedicada al Próximo Oriente un óleo? ¿Qué relación tiene con la colección de dicha sala? Hoy conocemos un capítulo de la aventura española en el redescubrimiento del Antiguo Oriente.

La sala 32 del Museo Arqueológico Nacional, dedicada al Próximo Oriente, se encuentra presidida por un lienzo de tema orientalista. En él destacan dos hombres a caballo que están siendo recibidos por un gran número de personas. Seguramente, para el visitante, el cuadro sea un elemento decorativo que da armonía al conjunto de la sala. No obstante, las razones por las que ese lienzo está allí son más profundas.

El desértico escenario corresponde a Dizful (Irán) y la escena no es otra que la llegada a dicha ciudad del gobernador de Luristán y Arabistán y del vicecónsul de España. Uno de los personajes destacados, el que aparece con un salacot, es el diplomático español Adolfo Rivadeneyra (1841-1882). Él mismo le dio las indicaciones oportunas al pintor J. L. Pellicer en 1877 para que inmortalizase la escena.

A lo largo de su corta vida, Rivadeneyra viajó por gran parte de Oriente debido a su condición diplomática. Estuvo destinado con distintos cargos en Beirut, Jerusalén, Ceilán, Damasco, Teherán, Mogador y Singapur. Fruto de su trayectoria nos dejó dos libros: Viaje de Ceilán a Damasco. Golfo Pérsico. Mesopotamia. Ruinas de Babilonia, Nínive y Palmira (Madrid, 1871) y Viaje al interior de Persia (Madrid, 1880). Los aspectos tratados en ambas obras son muy variados. Si bien escribe sobre sus trabajos comerciales, también  realiza un análisis antropológico de las poblaciones autóctonas y describe los espacios geográficos sin olvidarse de la historia de aquellos territorios. Y sobre esa historia es donde queremos detenernos.

‘Llegada a Dizful del Gobernador del Arabistán y del Loristán y del Vicecónsul de España’, de J. L. Pellicer en 1877 (Museo Arqueológico Nacional).

En la segunda mitad del siglo XIX, la fascinación orientalista comenzaba a ceder espacio poco a poco al nacimiento de la disciplina científica que se encargaría del estudio del pasado del Antiguo Oriente. La realidad histórica daba sus primeros pasos con los trabajos de figuras como Eugène Flandin, Pascal Coste, Jules Oppert, Henry Layard, Paul-Émile Botta, Victor Place y H. C. Rawlinson, entre otros.

En este contexto tenemos a un Rivadeneyra que, si bien no realizó excavaciones en las zonas que visitó, sí dejó constancia en sus libros sobre sus experiencias en enclaves arqueológicos, como su paso por Babilonia, e incluso se llevó «algún recuerdo». De este modo, podemos leer en un capítulo de su libro Viaje de Ceilán a Damasco. Golfo Pérsico. Mesopotamia. Ruinas de Babilonia, Nínive y Palmira cómo el diplomático describe el entorno que le rodea: un mar de montículos de ladrillos de adobe que los habitantes de la ciudad de Hilla, en las proximidades de la antigua Babilonia, extraían con el fin de construir sus casas. Rivadeneyra, al ver la escena, no pudo evitar coger dos ladrillos como describe en el libro:

«Allí mismo vi cinco hombres ocupados en sacar materiales para la construcción de una casa en Hilleh, e imitándolos yo, coloqué con gran cuidado en mis alforjas dos ladrillos de los mejor conservados que hallé a mano».  

Al menos uno de los ladrillos con inscripciones cuneiformes sería traducido poco después por el filólogo Francisco García Ayuso, una de las pocas personas conocedoras en aquel momento en España de la escritura cuneiforme. El contenido del ladrillo es el siguiente: «Nabucodonosor, rey de Babilonia, restaurador de la pirámide, hijo de Nabopolasar, rey de Babilonia».  

Transcripción por Francisco García Ayuso de uno de los ladrillos sustraídos  por Adolfo Rivadeneyra en las ruinas de Babilonia, en Rivadeneyra 1871: 94  (Biblioteca Nacional de España).
Transcripción por Francisco García Ayuso de uno de los ladrillos sustraídos por Adolfo Rivadeneyra en las ruinas de Babilonia, en Rivadeneyra 1871: 94 (Biblioteca Nacional de España).

Ambos ladrillos, junto a otros objetos procedentes de sus viajes, se encuentran hoy en el Museo Arqueológico Nacional. Así figura en la Guía histórica y descriptiva del Museo Arqueológico Nacional, publicada en el año 1917:

«En 1877 se adquirieron también, por compra, una colección de 129 objetos egipcios, de don Juan Víctor Abargues, compuesta de algunas estatuitas de divinidades en bronce, figuras funerarias de barro esmaltado, escarabeos, amuletos y collares, y de don Adolfo Rivadeneyra, en 1878, tres ladrillos con inscripciones cuneiformes y un trozo de piedra con análogos caracteres».

Aunque no todas las piezas adquiridas a Rivadeneyra están expuestas actualmente en la sala 32 del museo, sus almacenes guardan alguna de ellas, como la inscripción descifrada. Sí que podemos ver en vitrina un fragmento con una inscripción en persa antiguo, la cual abrió una puerta que permanecía cerrada hasta entonces en España. No fue hasta la década de 1970 cuando la colección de Próximo Oriente aumentó considerablemente con la adquisición de los fondos del arqueólogo Julio Martínez Santa-Olalla. 

Regresando a aquel óleo que preside la sala 32 del Museo Arqueológico Nacional, podemos decir que tenemos ante nosotros a uno de los pioneros en la aventura del redescubrimiento del Antiguo Oriente en España. Y es en este momento cuando el cuadro ya no es un elemento decorativo, sino que aporta un valor intrínseco al significado de lo que aquella sala guarda en sus vitrinas.  

Para saber más
—Córdoba Zoilo, J. (2012). «Rivadeneyra en Babilonia. Experiencia, trasfondo y recuerdo de una aventura española». Isimu: Revista sobre Oriente Próximo y Egipto en la antigüedad, 14-15, 103-136. 
—Escribano Martín, F. (2005). «Adolfo Rivadeneyra, un diplomático español al servicio del estudio y del viaje por Oriente». Arbor, 180, 789-804.
—Rivadeneyra, A. (1871). Viaje de Ceylan a Damasco. Golfo Pérsico. Mesopotamia. Ruinas de Babilonia, Nínive y Palmira. Madrid: M. Rivadeneyra.

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Javier Fernández Negro

Fundador y director de 'El Café de la Lluvia', medio de reflexión cultural. Historiador y comunicador.

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