Hace varios meses, para el número 16 de Descubrir la Historia, y tras haber leído en excelente libro Historia mínima de la guerra civil, entrevistamos a Enrique Moradiellos, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Extremadura. A partir de aquel momento se generó entre la revista y Moradiellos una relación muy cordial y fuimos descubriendo un poco mejor su universidad.
Un tiempo después, comentamos nuestro interés por visitar la Universidad de Extremadura y hacer algún tipo de actividad, y Moradiellos nos comentó la posibilidad de venir a hablar sobre divulgación histórica a los estudiantes del grado en Historia y Patrimonio Histórico, algo que había sido de interés para el Consejo de Alumnos.
A partir de ahí trabajamos tanto con Moradiellos como con Diego Vicente, del Consejo de Alumnos, para ofrecer la conferencia La divulgación científica es divulgación histórica. Una salida profesional (se puede descargar la presentación aquí). Esta charla tuvo lugar el 25 de abril de 2019 a las 12:00 horas en el salón de actos de la Facultad de Filosofía y Letras (UEx)
Aunque Enrique Moradiellos no pudo acompañarnos en el evento porque surgió otra actividad que no podía eludir, tuvimos ocasión de compartir una amplia conversación por la tarde de ese mismo día, realmente estimulante, en la que aprendimos mucho sobre Cáceres, sobre el oficio del historiador y el código deontológico que debe regir toda esta actividad profesional.
Cuando llegamos a la Facultad nos esperaba el profesor Alfonso Pinilla, que amablemente nos enseñó las instalaciones de la Facultad de Filosofía y Letras y nos ayudó, junto a Diego Vicente y un grupo de estudiantes, a hacer los preparativos de la actividad. A cada asistente le entregamos un ejemplar del número 1 y otro del número 2 de la revista, con el fin de que pudieran llevarse esa pequeña reliquia que da testimonio de nuestro comienzo, y muestra la diferencia que hay entre cómo empezamos y cómo estamos ahora. También hicimos un sorteo de una de las tazas ilustradas por Gala Yagüe Narváez, presente también en la charla, y que recibió uno de los estudiantes que nos acompañó.
Como en toda actividad, aguardamos algo expectantes a comprobar el número de asistentes. En el salón de actos, con capacidad para algo más de setenta personas, había unos cuarenta estudiantes, además de varios profesores. Esto nos pareció muy importante, porque, como demostró el debate final, hay un gran interés por parte de los investigadores por la divulgación histórica, y más ahora que empieza a ser valorada para el currículo académico.
En la exposición hablamos sobre divulgación científica como la base teórica y práctica en la que se enmarca la divulgación histórica, también de las particularidades del trabajo sobre nuestra disciplina y algunos ejemplos de personas que han encontrado una opción laboral directa o indirecta (es decir, que gracias a su actividad como divulgadores han podido tener cierto prestigio lo que ha facilitado otras oportunidades). Por último, y como un caso práctico que pudiera ser valioso para los estudiantes, hablamos sobre nuestra propia experiencia con Descubrir la Historia.
Finalmente, se abrió un debate en el que surgieron temas interesantes, como el escaso valor que los jefes de la academia (entes sin rostro, como se describió en el coloquio) han dotado tradicionalmente a la divulgación entre los méritos de los investigadores y que ahora, poco a poco, comienza a a corregirse. También algunos estudiantes comentaron ideas o proyectos que tienen en marcha. Por parte del profesorado también se invitó al alumnado a considerar una formación complementaria en comunicación y periodismo para poder tomar la divulgación como una opción laboral.
También se debatió ampliamente sobre la situación de la divulgación en España a diferencia de otros países donde hay una mayor tradición, como Reino Unido. Algo que concluimos que parece estar revirtiéndose en los últimos años por un mayor volumen de obras divulgativas y por la apuesta de varias editoriales por publicar este tipo de trabajos procedentes de grandes figuras de la universidad española (un ejemplo es, precisamente, Enrique Moradiellos).
Fue, en definitiva, una experiencia muy grata, y estamos muy agradecidos a cada una de las personas que asistieron y también a quienes contaron con nosotros y lo han hecho posible. Esperamos visitar Cáceres de nuevo, una ciudad maravillosa que alberga excelentes investigadores y que tiene una actividad historiográfica realmente interesante.