El término «neandertal» sirve en castellano como insulto para señalar a alguien inepto, estúpido, bruto… Y es que el hombre moderno ha tenido siempre esa imagen sobre esta especie. El origen de esta percepción se remonta al mismísimo siglo XIX. Desde que se encontraron los primeros fósiles de homo neanderthalensis, los estudiosos ya empezaron a dibujar esta caricatura. Algunos científicos llegaron incluso a considerar que aquellos fósiles eran los restos de individuos con determinadas patologías y que no suponían una especie distinta.
Tanto es así, que las primeras recreaciones que se hicieron presentaban a individuos deformes, con posturas imposibles y graves problemas físicos. A esta imagen ya deformada por los propios científicos, contribuyó la literatura: la figura de ese primate idiota, torpe y tosco comenzó a exagerarse y reproducirse en novelas de escritores como H. G. Wells. Y aunque autores como Isaac Asimov o Philip K. Dick trataron de dibujar una imagen más considerada con los neandertales, esa idea siguió imperando, pues al mismo tiempo fenómenos mediáticos como los Looney Tunes o, más recientemente, la película Noche en el Museo, siguieron redundando en la caricatura.
Pero que unos científicos del siglo XIX y unas cuantas novelas mostrasen una imagen distorsionada de la realidad no tenía por qué ser un problema. El auténtico problema lo supondría el salto de esa imagen a la educación, como así ocurrió. En muchos manuales y libros de texto antiguos encontramos desarrollada esta caricatura del neandertal, y se nos habla incluso de su incapacidad intelectual como causa de su extinción. El caso más extremo lo encontramos en la Alemania nazi, donde los didactas superaron en imaginación a aquellos escritores de ciencia ficción. De acuerdo con los libros de texto de ese período, los neandertales eran esa especie inepta y salvaje que fue convenientemente aniquilada por una raza superior perteneciente al grupo sapiens sapiens. Seguro que ya lo has adivinado: la raza aria. Pero anécdotas al margen, ¿qué hay de cierto en esta visión? En las últimas décadas ya se tenían sospechas fundadas de que el neandertal no fue tan imbécil como creíamos, pero necesitábamos pruebas fehacientes. Y al fin las tenemos.
En 2018el equipo de João Zilhão, junto a otros investigadores internacionales, dio lanoticia de que habían logrado datar pinturas de cuevas de distintos puntos dela península ibérica, así como elementos ornamentales, y que estos, sin lugar aduda, eran obra de los neandertales y no de los sapiens sapiens como se creía hasta entonces. Y para colmo, lasprimeras pruebas se habían hallado en la Región de Murcia (increíble). ¿Quéquiere decir esto? Pues básicamente que los neandertales eran capaces de unpensamiento abstracto y simbólico, es decir, no eran tontos, sino mucho mássofisticados de lo que pensábamos; que tenían unas capacidades cognitivasnotables e incluso que habrían desarrollado un lenguaje. Queda sin fundamento,por tanto, la estupidez de los neandertales, y acreditada la de los que usan«neandertal» como insulto, pero mucho más la de quienes dicen «neardental».