Anábasis. Acta est fabula

Estreno de la sección Anábasis, escrita por Ad Absurdum. En esta ocasión, nos hablan de la importancia de que los historiadores también tengan en cuenta la divulgación como tarea necesaria.

La historia son las glorias y miserias del ser humano, sus Santa Sofías y sus Auschwitz, sus Marie Curie y sus Pol Pot. También son…, bueno, en realidad ahora mismo nos da un poco igual lo que sea la historia. Aquí nos interesa lo que una parte importante de la población piensa que es la historia.

A pie de calle, parece que la percepción de lo que es la historia tiende a unos pocos tópicos. A grandes rasgos, la historia parece servir para ensalzarse a uno mismo a través de la alabanza de la historia del lugar donde uno ha nacido. ¿O eso no tiene relación con el tremendo éxito de esa corriente que habla de hispanofobia e imperiofobia?

Junto a esa necesidad de elevación a lo divino, se encuentra la utilización de la historia como arma política. Lo vemos en debates entre políticos en los que, si hablas de Memoria Histórica, eres un «carca», pero también explica el reciente éxito de un afamado locutor, que ha publicado un libro sobre comunismo para gente que no simpatiza mucho con la causa.

Pero esto tampoco es nuevo. Estamos hartos de ver las librerías inundadas de superventas de historia que respetan poco o nada la profesión, pero que circulan bajo el amparo de importantes firmas de Césares y Píos.

Si los historiadores negamos esta realidad, estamos jodidos. Perdón por la expresión.

Bajar de las torres, entrar en las redacciones, en radios, televisiones, bibliotecas, librerías, museos, plazas… Debemos tener en cuenta que la investigación es necesaria, pero después, lo que ésta ha generado debe devolverse a la sociedad, ya que la divulgación es parte del juego. Sin ella, nuestro trabajo es onanismo.

Y parte de esa divulgación consiste en localizar y combatir mensajes viciados, desde negacionismos hasta la sacralización del pasado por parte de unos u otros. Porque mientras damos la espalda, los aliens se cuelan entre los huecos. No hay gente que piense que las pirámides las construyeron extraterrestres por casualidad, ni hay quien cree que el Imperio español ha sido lo mejor que ha ocurrido desde la invención de la rueda por ciencia infusa.

Lo creen porque ese mensaje se propaga, y hace falta gente para apagar esos fuegos, para hacer didáctica de la historia y divulgarla con pasión y todo el rigor posible.

Nuestro trabajo (y aquí hablamos como Ad Absurdum) intenta, y a veces consigue, ir en esa dirección. Lo que suele pasar es que luego contamos un chiste y perdemos toda credibilidad, pero hacemos lo que podemos.

En esta columna, que ahora inauguramos con esa ¿proclama?, seguiremos avanzando en esa dirección.

Y también contaremos alguna chorrada; tampoco nos toméis muy en serio.

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Ad Absurdum

Isaac Alcántara Bernabé, Juan Jesús Botí Hernández y David Omar Sáez Giménez forman Ad Absurdum.

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