Apolo, el dios del Sol, cazaba en el bosque cuando se encontró con Cupido, el travieso dios del amor temido por todos. Apolo, cuando vio sus flechas, le preguntó acerca de lo que podía hacer con ellas. Con esas flechas, podría cazar grandes bestias, que eran dignas de ser suyas. Cupido sólo debía encender amores con su antorcha, no portar esas flechas. Sus victorias no eran las mismas que la del dios del amor. Además, se burló de las habilidades como arquero de Cupido.
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