El 30 de enero de 1948 fue asesinado el líder político y pacifista Mahatma Gandhi, considerado una de las grandes personalidades del siglo XX por su labor en el proceso de descolonización de la India y los medios de los que se valió para ello.
La trascendencia de este personaje histórico es enorme, y su trágica muerte a manos de un radical hindú no haría más que acrecentar su leyenda. Y es que este episodio no conseguiría borrar todo lo conseguido a través de la desobediencia civil y la reivindicación pacifista que caracterizó a su lucha, lo cual permitiría a la India liberarse del dominio colonial al que había sido sometido por parte de Inglaterra durante tantos años.
Lo que no podemos pasar por alto es que la declaración de independencia en 1947 no traería una paz ni una estabilidad social inmediata, ya que los conflictos entre la población hindú y musulmana, que ya se venían arrastrando desde tiempo atrás, se radicalizarían y darían lugar a episodios de gran violencia que desangrarían a la India y que se llevarían consigo a miles de personas, entre ellas el propio Gandhi, que veía cómo su proyecto había sido un éxito, pero también en parte un fracaso, en tanto que no conseguiría la India estable y próspera que había deseando. De ahí que se decidiera a declararse en huelga de hambre hasta que acabaran los enfrentamientos, con lo que consiguió un acuerdo de paz entre ambas partes, si bien este logro se vería empañado poco después por su asesinato, que marcaría el fin de una época, pero también el inicio de una nueva. A partir de entonces, sería el líder político Nehru el encargado de llevar a cabo la labor de hacer un hueco a su país en el contexto internacional, el que tomase las riendas de la nueva India que habían conseguido tanto él como Gandhi, Ali Jinnah y el resto de congresistas y personas que lucharon por la independencia.
La labor de Gandhi sería sin duda encomiable, y el legado que dejó al mundo en su condición de pacifista es imborrable, pero es cierto que despierta grandes controversias por una serie de cuestiones. Y es que, por un lado, destaca su labor de resistencia pacífica y su denuncia de la situación desigual e injusta de la población india, pero también hay aspectos no tan positivos que se le pueden achacar, como la compleja postura que tiene sobre la situación de desigualdad de otros grupos sociales no hindúes dentro del Imperio Británico, como es el caso de los africanos, de cuya importancia no se hace eco, o su actitud pasiva ante el avance militar de los regímenes fascistas italiano y nazi.
En definitiva, se trató de un pacifista, pero también de un líder nacionalista, de manera que su movimiento de resistencia iba a encaminado a conseguir una nueva y mejor sociedad para un grupo determinado de personas. Él, junto con muchas otras personas, lucharon por reivindicar una mejor situación para un país que llevaba años languideciendo en las garras del colonialismo, y para ello se adoptó un medio de lucha novedoso y que debiera servir como ejemplo para la posteridad.